El 8 de enero de 1980, se pública una nueva ley del notariado, la cual revoluciona una vez más a dicha institución, pues permitió a las mujeres que pudieran ser notarias; asimismo, se amplió el número de notarias a 200 y reguló de forma más extensa los exámenes, cuyo sínodo se conformaba por cinco personas, tres de ellas nombradas por el Jefe de Gobierno y dos por el Colegio de Notarios, lo cual fue cuestionado, pues de esta forma el gobierno tenía una mayoría en los exámenes.
En el año 2000 se promulgó una nueva ley del notariado, en la cual el colegio se fortaleció, al modificar la integración del sínodo en los exámenes, para que el mismo tenga dos sinodales nombrados por el propio colegio, y el Gobierno de la ciudad nombre a tres, de los cuales dos deberán ser notarios, por lo tanto, el sínodo se conforma por cuatro notarios y un representante del Jefe de Gobierno.
El 11 de junio de 2018, fue promulgada la más reciente ley del notariado para la CDMX, en la cual, la forma de los exámenes continúa igual que la ley anterior, la ley se reformó para generar la actuación digital del notario, por la cual se creó el protocolo digital, el instrumento electrónico, y la firma electrónica como una nueva forma de firma de los instrumentos.
Se creó una nueva ley, pero en la parte relativa a los exámenes para acceder al notariado no se actualizó, por lo que debería modificarse para que sean más transparentes y objetivos; primero, en la parte del examen escrito, cuyo planteamiento del caso adolece de una solución al mismo caso, por lo que tanto el sustentante como los miembros del sínodo deben de proporcionar una posible solución, la cual muchas veces queda poco clara, y eso permite al sínodo un amplio margen de discreción para decidir cual solución es la mejor, por lo que para evitar suspicacias debería de presentarse la solución que contempló, para ese examen, la comisión de exámenes del Colegio.
Otro problema de los exámenes es el margen de actuación del sínodo, en virtud de que pueden ser poco objetivas y parciales las preguntas, mientras a unos les pueden preguntar cuestiones de un nivel muy complejo, a otros les pueden hacer preguntas ser muy básicas, y eso genera inequidad; para evitar la subjetividad y parcialidad puede implementarse que los miembros del sínodo tengan una cantidad de sobres con diversas preguntas, previamente establecidas por la comisión de exámenes, y que el sustentante tome un sobre al azar y sobre el mismo responda a las preguntas planteadas, y eso abonará en la objetividad e imparcialidad del examen.
También, debería de plantearse un mejor esquema para examinar a los familiares de notarios, pues ello puede presentar un conflicto de intereses entre los miembro del sínodo y el sustentante, lo cual no se soluciona con las reglas que hoy establece la ley del notariado, ya que siempre estará latente el posible conflicto de intereses entre el sinodal notario y el sustentante, familiar de otro notario del mismo colegio, para evitar esto, se podría llamar a participar en los exámenes a notarios de otras entidades, o académicos de prestigio.
Sin duda que los notarios de la Ciudad de México son de los mejores preparados del país, pero que sin embargo se puede mejorar su acceso con las reformas pertinentes.