Son de mercado, en el sentido literal del término, las economías en las que el intercambio (eso es el mercado: el intercambio entre compradores y vendedores), es la actividad económica central, en torno a la cual giran todas las demás, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir. En este sentido la mexicana sí es una economía de mercado.
Son de mercado, en el sentido institucional del término, las economías en las cuales los derechos de los agentes económicos, desde productores hasta consumidores, están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, derechos que son, por un lado, a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, y, por el otro lado, a la libertad individual para demandar, comprar y consumir, y a la propiedad privada sobre los ingresos necesarios para poder demandar, comprar y consumir. En este sentido la mexicana no es una economía de mercado.
La economía de mercado, en el sentido institucional del término, supone las mismas leyes para todos, las mismas reglas del juego para cada uno, el mismo trato del gobierno para cualquiera, desde productores hasta consumidores, todo lo cual se sintetiza en este concepto: Estado de Derecho, que es el gobierno de las leyes justas (lo propio del ser humano es estar gobernado por leyes, no por hombres, por más que sean los hombres quienes las hagan), siendo tales las que reconocen plenamente, definen puntualmente y garantizan jurídicamente los derechos de las personas, en general, y de los agentes económicos, en particular.
Uno de los contrarios de la economía de mercado, en el sentido institucional del término, es el mercantilismo, que hoy se conoce como capitalismo de compadres, por el cual el gobierno le otorga un trato preferencial a ciertos grupos de empresas (trato que puede ir desde el otorgamiento de subsidios hasta la prohibición de la competencia), con la intención de lograr ciertos fines, como puede ser el caso de aprovechar mejor las oportunidades del nearshoring para México, que consiste en sacar ventaja, dadas otras condiciones como pueden ser los costos de producción, la productividad de la mano de obra, la infraestructura de comunicaciones y transportes, la cercanía con los mercados para los que se produce (producir en México, aprovechando sus ventajas comparativas, comenzando por la cercanía, para exportar hacia Estados Unidos, donde están los compradores con mayor poder adquisitivo).
Sí, en el mercantilismo en general, y en el capitalismo de compadres en particular, sigue habiendo economía de mercado en el sentido literal del término, se produce para vender y se compra para consumir, pero no economía de mercado en el sentido institucional del término, porque el trato del gobierno no es el mismo para cualquiera, porque no son las mismas reglas del juego para cada uno, porque no son las mismas leyes para todos, porque no hay Estado de Derecho, sino Estado de chueco, siendo éste la antítesis de aquel.
Todo lo anterior tiene que ver con los anuncios que, recientemente, hizo el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, que comentaré en el próximo Pesos y Contrapesos.
Continuará.