Una ministra en el Senado

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La relación entre el Presidente y el PJF ya está en los terrenos de un callejón sin salida. López Obrador no va a parar en su narrativa hasta el final de su sexenio buscando a toda costa debilitar al aparato de justicia como lo ha venido intentando a lo largo de los últimos cinco años.

No hay un solo indicio presidencial para pensar lo contrario. Una prueba más se presentó ayer. El coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en Diputados retó a la Corte a debatir sobre los fideicomisos ante lo cual la ministra presidenta aceptó la “invitación”, pero resulta que ayer mismo el coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado dijo que no hay ninguna “invitación”.

Va a ser difícil que las cosas se queden así. Que Norma Piña esté dispuesta a debatir obliga a las y los legisladores de Morena no sólo a escucharla, sino a debatir. Quizá saben que la narrativa en torno a los fideicomisos no tiene que ver con lo que son. Sentarse a debatir puede significar que sus argumentos sean evidenciados lo que llevaría a darle razón a la Corte en un tema que para el Presidente es particularmente importante en su narrativa.

Se hacen afirmaciones que por venir de la mañanera y del Presidente pareciera que son en automático verdades absolutas. Si de algo han carecido las mañaneras es de haber establecido debates a través de una figura legal que forma parte de nuestra Constitución y la cual es referida sistemáticamente por el Presidente cuando hablan de él o de su gobierno, el derecho de réplica.

Hechos como éste son los que colocaron en el imaginario colectivo a Xóchitl Gálvez. La senadora buscó la manera de expresar en la mañanera argumentos a su favor, los cuales eran contrarios a lo que había dicho el Presidente sobre ella.

La puerta no fue abierta para la hoy candidata bajo argumentos menores que no tenían que ver con el derecho de una legisladora a expresar sus puntos de vista en un espacio en donde había sido aludida críticamente.

A Morena no le va a quedar de otra que aceptar el debate con la ministra Norma Piña. No hacerlo se interpretaría como un acto de negación al diálogo entre poderes, pero sobre todo, como no querer entrar en una discusión en la cual está claramente definido que hay dos maneras de verse y ante lo que se están tomando decisiones de enorme importancia y trascendencia.

Ante hechos inéditos, soluciones inéditas. Esto quiere decir que se contemple o no la presencia de ministros de la Corte para asuntos concretos en el Legislativo, bajo las actuales condiciones sería benéfico para la sociedad escuchar a unos y otros.

Morena no debe dudar de lo que debe hacer. Es una oportunidad colectiva para que la sociedad conozca detalles sobre un asunto que ha trascendido al país. Hasta ahora por más que se haya defendido la desaparición de los fideicomisos, sigue sin estar claro en qué se fundamenta la decisión, porque una cosa es lo que se está diciendo sobre ellos y otra distinta es de lo que tratan y lo que son.

La manifestación del domingo es de enorme importancia, porque si bien en algún sentido se le señaló críticamente bajo la idea que nunca se había presentado un hecho de esta naturaleza —“cuándo se había visto algo así”—, también es cierto que nunca se había visto una decisión de esta naturaleza que afectara de manera profunda a los trabajadores, en todos los órdenes, del aparato de justicia.

Lo más importante de que la ministra acudiera al Senado radica en que podrían darse por fin puentes de entendimiento algo que no ha pasado a lo largo de cinco años; todo se ve remoto.

RESQUICIOS. 

Desde hace años el embargo a Cuba no tiene razón de ser. Sin embargo, no se puede argumentar que ésta sea la razón por la que miles de cubanos traten de migrar hacia EU. Las razones pasan ciertamente por lo económico, pero cada vez tienen más que ver con la política, lo social y el sentido de la vida de millones.

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