“Habrá una gran tribulación y será difícil sobrevivir”. Así como dice el libro del Apocalipsis se encuentran hoy Acapulco y municipios aledaños, como Coyuca de Benítez. En 12 horas, Otis pasó de tormenta tropical a huracán categoría 5, llegando el ojo del huracán directo al puerto de Acapulco. Un fenómeno meteorológico que el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos había alertado 12 horas antes del impacto, pero no se tenía una imagen clara del daño que pudiera causar Otis.
Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, dijo en una entrevista que no siempre se tiene la mejor imagen completa de lo que sucede por debajo de las nubes con las imágenes satelitales. Para pronosticar con mayor precisión ese tipo de fenómenos, en Estados Unidos se utilizan los aviones especiales para detectarlos.
En México no se tiene ese equipo, y cuando los meteorólogos estadounidenses dan aviso a las autoridades mexicanas, éstas seguramente pensaron que este huracán sería como las otras tantas tormentas tropicales que han pegado en las costas de nuestro país.
El hubiera ya no se puede resolver, pero sí el qué sigue. Lo más importante en este momento es que se puedan restablecer los servicios básicos. La gente necesita agua, luz, comida, acceso a los servicios de salud, gasolina, todo es escaso. Todavía no se pueden ni siquiera contabilizar los daños humanos o materiales. El impacto de Otis es brutal, el puerto de Acapulco está literalmente destruido.
Lo primero que se está haciendo es localizar a las personas desaparecidas, que todavía hay muchas, y se está trabajando en restablecer los servicios básicos para la gente que vive en Acapulco y otros municipios afectados. El Presidente López Obrador ha prometido que a más tardar este lunes se empezará a restablecer el servicio eléctrico y que para el martes (mañana), se tendrá electricidad en todo el estado. Ojalá así sea.
Pasarán los días, esperemos que se restablezcan pronto los servicios básicos, pero la situación cotidiana sólo va a empeorar. Es difícil que la gente pueda tener un ingreso para sostener a sus familias sin apoyo.
Un porcentaje muy alto del empleo en Acapulco se da en el turismo, ese sector aporta el 76 por ciento de la actividad productiva del estado. Muchos de esos empleos se dan en vivienda privada. Si no se levanta la zona turística de Acapulco, no hay forma de que la gente que vive ya de por sí en pobreza en el estado pueda tener un sustento económico.
Acapulco no se puede restablecer solamente con el trabajo que hagan las autoridades estatales y el sector privado. Sin un plan real de apoyo del Gobierno federal es imposible.
Son millones de pesos los que se requieren. De los departamentos y casas destruidos, muy pocos cuentan con seguro de vivienda, que es donde se da la mayor parte del empleo. Las viviendas que se están pagando con crédito deberían de tener un seguro, pero parece que en pocos casos se cubrirá, porque con la letra chiquita de los contratos se dice que este tipo de fenómenos no se cubren.
En donde sí aplique el seguro, es tan alto el daño que no se sabe si las compañías aseguradoras puedan pagar. Esperemos que las compañías de seguros hayan contratado a su vez otro seguro que entre en casos de desastres naturales, como Otis. Generalmente estas empresas contratan reaseguros.
Desde el Gobierno federal se deben de otorgar créditos para poder restablecer la vivienda privada. Si no, va a ser imposible que particulares puedan hacer la reconstrucción.
Si usted tiene un departamento en Acapulco y sus vecinos no pueden arreglar sus viviendas, ni las áreas comunes, su departamento quedará sin poderse utilizar.
En el caos
Reitero, hay que recordar en estas viviendas se emplea a la mayor parte de los habitantes de Acapulco.
Pero hay otro problema grave, mientras se está atendiendo a los damnificados, muchos delincuentes están aprovechando la tragedia para saquear locales y robarse lo que queda en las viviendas. No importa si es mucho o poco, todo lo están saqueando. Y no es la gente más necesitada, no son los que se han quedado sin comida ni hogar, en su mayoría son malosos que están sacando ventaja de la tragedia.
Y viendo esto hay otro problema latente, y es que, si no se apoya a la gente a reconstruir sus viviendas, que es en parte importante reconstruir Acapulco, existe la amplísima posibilidad de que esos edificios vacíos sean tomados y que cualquiera que quiera se instale ahí.
La reconstrucción por el daño de Otis tiene que darse de manera integral, sólo se puede hacer con voluntad política y recursos federales en su mayoría. Se podrían reordenar las zonas de riesgo y pobreza, apoyar con trabajos temporales para la limpieza y construcción, y luego trabajar para que el bello puerto de Acapulco vuelva a florecer.
Hay dos opciones:
1.- Dejar morir Acapulco y zonas aledañas, que se dé un éxodo a otras entidades de la gente trabajadora y valiosa y que algunos líderes locales se apropien de la vivienda privada y metan a su gente, y con ello se acaben las fuentes de trabajo. Que Acapulco se vuelva tierra de nadie.
2.- Que se haga un plan integral de reconstrucción. Que se les dé apoyo para construir unas viviendas más sólidas a la gente que vive en zonas de pobreza, sobre todo en los cerros, donde están expuestos a tragedias como lo hemos visto. Que se haga un plan integral de reurbanización, porque Acapulco ha crecido sin ningún orden. También que se les den apoyos a los dueños de casas y viviendas para reconstruir. No se trata de que se les regale nada, pero sí que se den créditos con tasas preferenciales para volver a poner en pie todos esos edificios. Sólo así puede florecer el área turística para que lleguen mayores ingresos a la zona y que los guerrerenses puedan vivir mejor.