Se atribuye a Lenin la expresión de que “los hechos son testarudos”, pero sería posible encontrar múltiples equivalentes de la frase en la sabiduría antigua y moderna. En esta época de postverdad cotidiana y demagogia incontenible, la evidencia ayuda poco a moderar los exabruptos discursivos de los gobernantes.
Hace una semana se reunieron en Palenque, Chiapas, cinco mandatarios centroamericanos y caribeños (Maduro, Petro, Díaz-Canel, Henry y Castro), convocados por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. El tono de las promesas y expectativas de aquella cumbre parecía anunciar un control inminente de la emigración irregular y riesgosa, desde el Triángulo Norte hasta la frontera con Estados Unidos, a través del territorio mexicano.
Este fin de semana, sin embargo, ha arrancado desde Tapachula una nueva caravana, calculada entre 4,000 y 6,000 integrantes, que, como las otras, irá creciendo por el camino. Los integrantes de la caravana provienen de países cuyos gobiernos participaron en la vistosa cumbre chiapaneca, como Venezuela, Cuba, Haití y Honduras, y de otros, como El Salvador y Guatemala, cuyos presidentes no asistieron a la cita de López Obrador.
De acuerdo con la sede local de la Comisión de Ayuda a Refugiados (Comar), en Tapachula, este año las solicitudes de migrantes han llegado al récord de 112 mil 960 personas. En 2022, que se reconoce como el año en que más migrantes tocaron al punto fronterizo con Estados Unidos, la Comar recibió sólo 85 mil 376 solicitudes. Faltan todavía dos largos meses para que concluya el año y la institución espera más solicitudes.
Las cifras del desplazamiento migratorio por territorio mexicano, de ciudadanos de esos países de Centroamérica y el Caribe, este año, ya rebasaron las del crítico año pasado. En contra del discurso predominante en la cumbre de Palenque, el fenómeno, dado su carácter transnacional, no puede atribuirse a las “sanciones de Estados Unidos contra Venezuela y Cuba”, como tanto se repitió allí.
Las caravanas, generalmente, se forman con tres mil migrantes. Algunas, como las que se organizaron durante la cumbre de las Américas, en Los Ángeles, en 2022, llegaron a 15,000 migrantes y generaron no pocos episodios de violencia en el trayecto. Ésta llegaría a seis mil, en el arranque, por lo que no habría que descartar su desbordamiento en las próximas semanas.
El otro foco del discurso de los presidentes en Palenque, el de que la transferencia de programas Sembrando Vidas y Jóvenes Construyendo el Futuro a Centroamérica y el Caribe, estaba surtiendo un efecto de contención, también parece refutado por los hechos testarudos.
Más vale a los mandatarios de la región tomar cartas en el asunto y proponer un plan de colaboración que enfrente esta crisis humanitaria desde todas sus aristas. Para ello, una premisa indispensable sería que los gobiernos se asuman como corresponsables de un drama en que se pierden o precarizan miles de vidas, año con año.