Morena en su laberinto

LA MARGINALIA

Leonardo Martínez Carrizales<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Leonardo Martínez Carrizales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Morena es un movimiento social de índole territorial cuya estructura y funcionamiento se sostienen en comunidades incorporadas a la cadena de la productividad económica y social. En la dimensión comunitaria que se desprende de esta base radica el único recurso al cual esta organización política puede apelar para reclamarse a sí misma como izquierda.

Las reformas en la CDMX desde 1997 en cuanto a mecanismos de sociabilidad son marcas de lo que podemos llamar izquierda en el actual sistema-mundo capitalista. Mecanismos como la apropiación ciudadana del espacio público, la movilidad multimodal, el ecosistema de una cultura popular... La gestión de Clara Brugada en la alcaldía Iztapalapa corresponde naturalmente a un modelo de gobernabilidad progresista que, además, sirvió de laboratorio de experimentación a no pocas iniciativas de la exjefa de gobierno.

El papel de Iztapalapa es todavía mayor porque hace las veces de un repositorio privilegiado de formas sociales pensadas desde la izquierda gracias a su magnitud demográfica, la estructura de sus relaciones económicas, el peso de sus tradiciones amerindias y populares, su rezago en infraestructura. La postulación de la alcaldesa Brugada a la jefatura de gobierno de la ciudad resulta funcional con el programa de la izquierda metropolitana. Por ello, ha sido tan desconcertante como conflictiva para Morena la irrupción en la liza de quien ostenta el capital propio de cargos notables en las fuerzas de seguridad del Estado, Omar García Harfuch.

García Harfuch es un perfil estimulado por el empeño de ciertos liderazgos de la izquierda en seducir a los sectores medios de la capital. Esta preocupación contradice el proyecto progresista en curso y las tradiciones culturales de esa comunidad política. Los aparatos del Estado de seguridad pública no sólo no han sido un apoyo para la izquierda, sino que doctrinalmente han sido blancos de su crítica. Cuando la izquierda se ha aproximado a los cuadros de la seguridad pública, los modelos de gobierno resultantes han tenido una vocación autoritaria, proclive a las excepciones en el marco constitucional del Estado.

Las tareas del orden policiaco son preferidas por sectores que gozan de desahogados recursos económicos, que procuran la permanencia y la normalidad del status quo que usufructúan. En la historia moderna de las formas de gobierno no hay registro del papel de la policía como alimento de transformación democrática.

Las “utopías” constituyen el programa bandera de Clara Brugada, células de orden social comunitario que colocan en el centro el bienestar de la persona. La utopía es un concepto frecuentado por la izquierda latinoamericana en su afán de modificar la sociedad, con base en la plenitud de la vida humana floreciente en cada individuo. La izquierda metropolitana ha trabajado con esa visión de mundo. Así es como ha constituido un movimiento social arraigado en el territorio. Por ello, el impulso que la candidatura de García Harfuch recibe desde el seno de esa formación partidista es desconcertante, sobre todo cuando un vasto sector de su base social se disponía a levantar el segundo piso de la transformación.

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