Han pasado cuatro años de que se dio uno de los crímenes más violentos que hemos visto. Mamás con sus hijitos, que cuando circulaban por la carretera en sus camionetas, de Sonora a Chihuahua, fueron emboscados y sus coches incendiados. Es la masacre de la familia Le Barón por grupos del crimen organizado.
Era 4 de noviembre de 2019, seis menores de edad y tres mujeres habían sido atacados por un grupo criminal, eran las familias: Le Barón, Langford y Miller, pertenecientes a la comunidad menonita de México.
Dos de las mujeres iban a visitar a sus parientes en Chihuahua y otra planeaba encontrarse con su esposo en el aeropuerto de Phoenix, Arizona; fueron asesinadas en el intento.
Una de las camionetas donde viajaban las mujeres fue atacada a balazos y luego incendiada. Adentro quedaron Rhonita y sus hijos, uno de los bebés no había cumplido ni un año de vida.
Las imágenes de la escena del crimen son escalofriantes. Los pocos sobrevivientes, menores de edad, intentaron caminar horas para encontrar refugio de las balas. Otro chiquito había sobrevivido porque su madre lo había aventado debajo de los asientos de la camioneta.
De acuerdo con las indagatorias a cargo de la Fiscalía General de la República (FGR), la masacre contra la familia Le Barón fue producto de una disputa entre grupos rivales del crimen organizado que buscaban controlar las rutas del tráfico de drogas y armas en la región de Galeana, Chihuahua.
Las mismas investigaciones indican que el asesinato de las mujeres y los niños podría haber sido un error, ya que fueron confundidos con un grupo rival. Se dice que los disparos se dieron desde muy lejos y cuando los sicarios se percataron que eran mujeres y niños, habían incendiado los automóviles para eliminar la evidencia.
Hoy ese hecho sigue impune, con un solo sentenciado. Se trata de Fidencio González, alias El Janos. Un juez le dio la pena mínima, 10 años por delincuencia organizada y dos más por portación de cartuchos, no por el caso Le Barón. Mientras que otros 34 sospechosos están detenidos, pero sin recibir condena.
En septiembre pasado fue detenido en Estados Unidos Gustavo Iván, alias El Paquiao, un sicario de 24 años relacionado con el ataque. Según las indagatorias, hasta el momento, 50 sicarios participaron en la masacre, donde dispararon más de tres mil 500 balas.
Siguen sin justicia
Mientras la familia Le Barón asegura que los principales responsables están libres, y que El Janos era un halcón que trabajaba para uno de los principales jefes de plaza del municipio de Ascensión, al que le dicen El 29.
Desde hace mucho tiempo esos grupos criminales se disputan la zona, donde además hay un serio conflicto por el agua. Pero desde ese 4 de noviembre de 2019, los mismos grupos criminales siguen operando en la zona hasta el día de hoy.
De acuerdo con las autoridades, en la región operan al menos 15 grupos delictivos relacionados con los cárteles de Sinaloa y el de Juárez.
La Línea, señalada como el grupo responsable de la masacre, comenzó a operar como brazo armado del Cártel de Juárez; sin embargo, conforme sus líderes fueron asesinados o arrestados, se comenzaron a posicionar como organización criminal.
En 2015, la célula delictiva fue catalogada por la DEA como “un cártel del narcotráfico en formación”, que quiere liderar en Chihuahua, un estado fronterizo, que por su posición geográfica lo hace propicio para el trasiego de droga, por lo que el territorio se ha mantenido en disputa entre células criminales.
La Línea es socio del grupo criminal Barrio Azteca, que opera en Estados Unidos. La alianza de estos grupos criminales comenzó a finales de la década de los años 90, bajo la protección de Vicente Carrillo Fuentes, alias El Señor de los Cielos.
Sus principales rivales en la región de Chihuahua y Sonora son Los Salazar, quienes están al servicio del Cártel de Sinaloa, la facción controlada por Los Chapitos, hijos de Joaquín Guzmán Loera.
Tanto La Línea como Los Salazar mantienen una disputa por el control del triángulo dorado, que comprende Sonora, Chihuahua y Durango, además de la frontera con Arizona, para el traslado de opioides, cocaína y metanfetaminas.
El pasado fin de semana, miembros de la familia Le Barón viajaron a la Ciudad de México y estuvieron en el Senado de la República, en donde participaron en el foro México en armonía, como parte de la conmemoración por el cuarto aniversario de la masacre en contra de esta familia.
Pero al mismo tiempo que miembros de la familia Le Barón estuvieron en este evento, Julián Le Barón reportó que su hija Julia estaba desaparecida.
Más tarde se confirmó que fue secuestrada por un grupo criminal que exigió 300 mil pesos para liberarla. Fue el propio Adrián Le Barón, hermano de Julián y tío de Sofía, quien comentó que les enviaron una foto de la joven y les pidieron dinero, por lo que podría tratarse de una extorsión, aunque aún no tenía más detalles de lo sucedido.
Finalmente, las autoridades estatales localizaron a la joven en una plaza de Casas Grandes, sana y salva.
La hija de Julián Le Barón fue rescatada, pero estaba en estado de shock, llorando, tratando de explicar lo que le había sucedido.
Nueve años antes de la masacre en Sonora, el crimen organizado, secuestró a otro de los hermanos Le Barón, a Eric, y luego asesinaron a Benjamín y a su cuñado Luis, también miembros de la familia.
Los Le Barón siguen reclamando justicia, mayor seguridad en la zona norte del país, que los crímenes en su contra que no se han resuelto se terminen de resolver y aseguran que son los mismos grupos criminales los que continúan operando en esa zona del país.