La cumbre de la APEP y la crisis migratoria

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Precisamente por ser transnacional, y por requerir de acciones conjuntas entre todos los involucrados, la crisis humanitaria de la migración, a través del territorio mexicano, hacia la frontera con Estados Unidos, genera tantos escamoteos. Lo mismo desde la opinión pública, las redes sociales o los propios gobiernos, el fenómeno se simplifica y se pone en función de agendas políticas o diferendos internacionales.

En días recientes tuvo lugar en Washington una cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), donde se trató la crisis migratoria y se llegaron a compromisos que, de cumplirse, podrían hacer la diferencia. La cumbre se celebró semanas después de la de Palenque, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que ahora no asistió a la cita en la Casa Blanca.

La APEP, creada en la pasada Cumbre de las Américas en Los Ángeles, reúne a gobiernos latinoamericanos y caribeños que sostienen diversas modalidades de acuerdos o protocolos de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, como México, Colombia, Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Barbados.

Se comprende mejor ahora el sentido tan enfáticamente ideológico de la reunión de Palenque, donde intervinieron gobernantes de la línea bolivariana como Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Xiomara Castro. Aquel encuentro fue la respuesta anticipada al de estos días en Washington, donde se ha tratado, centralmente, la crisis migratoria.

En Palenque la tónica predominante fue que el éxodo masivo desde el Caribe y el Triángulo Norte de Centroamérica es responsabilidad de Estados Unidos, que alienta la emigración y, a la vez, la obstruye. Una demanda contradictoria a la que se suman las sanciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, que impedirían el desarrollo económico de esos países.

Por lo visto, esos mismos argumentos se han reiterado en la cumbre de la APEP, donde los presidentes Gabriel Boric y Gustavo Petro han exigido el fin del embargo comercial contra Cuba. Pero también, dada la mayor diversidad ideológica y geopolítica del foro de Washington, se han escuchado otros argumentos, que apuntan al estancamiento económico de la región y al aumento de las desigualdades, la violencia y la inseguridad.

El gobierno de Joe Biden ha anunciado una ayuda de 485 millones de dólares, que, según el Secretario de Estado, Antony Blinken, se destinaría a “las personas refugiadas, migrantes y otras poblaciones vulnerables”. Habrá que ver cuánto se verifica de esa ayuda, ya que, en reiteradas ocasiones, AMLO ha demandado a Estados Unidos la retención de fondos para Centroamérica.

Como quiera que se vea, la cumbre de la APEP fue, diplomáticamente, más plural y propositiva que la de Palenque. México y Colombia fueron los dos únicos países que participaron en las dos. El interamericanismo otorga gran capacidad mediadora entre tanta polarización regional.

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