La tragedia de su muerte transita por una emboscada heteronormativa desde la cual se le interpreta. La secuencia de la satanización busca destrozar la diferencia.
Al otre inaceptable se le destruye en vida o después de ella. A navajear para atentar contra el audaz legado. ¿Acuchillan su memoria? Hay que justificar el desenlace en sangre.
Si no pertenecemos al grupo constituido, según el Inegi, por el 94 por ciento de la población, si por ello estamos en riesgo por el dictado autoritario frecuentemente criminal ante nuestra identidad sexogenérica, nos hacemos corresponsables de la forma en la cual es concluida nuestra existencia material.
Mientras la autoridad, mediante periciales, determina indubitablemente obligada como está, la mecánica de la tragedia, se lanzan señales del desprecio acechador, apenitas arrinconado en una aparente tolerancia concedida por la presión del avance de nuestras comunidades diferentes e iguales ante la ley.
Nadie debería escandalizarse ni burlarse por usar lenguaje no binario respecto de le magistrade Jesús Ociel Baena Saucedo —aunque reaccione con su propia violencia algorítmica el procesador de texto corrigiendo las “e”—, la sucesión de su grado académico, su posición como experte electoral como se presenta en el título de este texto.
Por supuesto, menos cabe el asombro conservador porque todes luchemos y pretendamos, con base en el derecho positivo y las luchas de estos 40 años, una dignidad todavía omitida.
Los asesinatos de les diferentes comenzaron a visibilizarse tímidamente como crímenes de odio en aquellos años. Ocurrieran en el espacio privado o el público a los ojos de testigos, autoridades, familiares, carecían de vida jurídica. Estábamos más indispuestes para nosotres mismes o, desde otros cuerpos normativos, sociales, institucionales, a reconocer quiénes somos y son parte de nuestro ser democrático y legal.
Que a cada une de nosotres se nos respete en cada milímetro del cuerpo, cada porción reputacional, cada apetito desde donde nuestra respetuosa mejor venganza será siempre ser felices.
Baena Saucedo luchó desde Aguascalientes con una optimista audacia democrática, en esa preciosa porción del territorio machista mexicano capaz, sin embargo, de convivir a sacudidas y amenazas de muerte con una autoridad electoral jurisdiccional abanicada, multicolor, a falda, vestido y zapatilla.
En nuestro Consejo Ciudadano, tenemos la línea Diversidad Segura para la atención psicoemocional y jurídica apropiada (800 000 LGBT), donde cualquier persone, no importando su identidad o expresión de género u orientación sexual, encontrará un espacio seguro y libre de discriminación donde podrá ser elle misme.
Ociel deja un legado de esperanza, oportunidad y con su optimista memoria, abrazada por las veladoras y manifestaciones en 25 entidades, de que la lucha sigue y sigue.
¡Contigo Ociel y la que juzgue!