Pierde la democracia

DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En medio del “rush” de la contienda, es necesario detenernos a pensar: una fuerza partidista descarriló la candidatura de otra fuerza emergente en la contienda presidencial. No es menor lo que sucedió la semana pasada, con argucias legales no se le permitió a un contendiente participar en la contienda, con lo que se lastimó una de las dimensiones sustantivas de la democracia, el derecho a ser votado.

A un candidato, le aventaron a una Fiscalía para mostrarle que, si se iba a contender, tendría consecuencias. Lo trágico del asunto, es que esto no lo hizo el Gobierno federal, lo hicieron los resabios de lo que quedó del viejo sistema.

Cuando las instituciones son utilizadas para vetar candidatos de la carrera electoral esto tiene consecuencias políticas de temporalidad no prevista en grandes sectores de la población, y la historia reciente lo ha demostrado. La penetración de Samuel está principalmente en los jóvenes de entre 18 y 30 años y en los desencantados por las dos opciones que predominan. A alguien se le ocurrió que sacando de la contienda al candidato emergente a la mala se quitaban un peso de encima; nada más alejado de la realidad. En realidad, ni siquiera alcanzan a observar el daño democrático que hicieron al país de cara a la próxima década y frente a una nueva generación.

Le cerraron la puerta a la mala a una opción que ya representaba al menos 17 por ciento de las preferencias electorales, que se traducen en cerca de 11 millones de votantes y creciendo. La implicación para la democracia es amplia. El Latinobarómetro demuestra que a partir de la intromisión de Fox para vetar a un candidato el apoyo a la democracia fue decayendo en México. Los resabios de esas acciones continúan a la fecha entre la sociedad y son causa de muchos desencuentros que no permiten que el país avance en una dirección de consenso democrático.

En lo que el propio Latinobarómetro llama la recesión democrática en América Latina, México es uno de los países donde más apoyo ha perdido la democracia en estos años. La caída de nuestro país, se reconoce como “abrupta” por el propio documento. Desde el PRI y el PAN les pareció que una acción de esta dimensión era una buena idea, que así realinearían preferencias hacia su proyecto político.

México vive en un régimen híbrido como se reconoce en otras mediciones. Alentado en parte por la última reforma electoral que creó a las superdirigencias partidistas y que ha cerrado el sistema a otras opciones, lo que no ha permitido despresurizar a la sociedad. El portazo que le dieron los resabios del viejo sistema a las preferencias de una nueva generación, es algo que tendrá vigencia y consecuencia en los próximos ciclos de la República.

Esta contienda presidencial será la primera en muchos años, donde no habrá un nuevo partido bajo una ley electoral vigente, porque en la mesa el viejo sistema no lo permitió; en cuanto percibieron el crecimiento de un candidato emergente, lo que se conoce en otras latitudes como “desafiante”, el viejo sistema se activó para sacarlo de la competencia a punta de Fiscalía y tretas legales.

Finalmente, no pueden pretender “rescatar la democracia” personajes que no tienen convicciones democráticas de competencia libre y justa; la vieja generación de la transición, en vez de reflexionar estos seis años sobre su actuar, optó por estas acciones que sólo reiteran que seguirán perdiendo poder frente una nueva generación de mexicanos y que su apuesta no es por la democracia, sino por preservar sus posiciones. Al final pierde la democracia.

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