Uno pensaría que el Plan B electoral ya había terminado con la acción de inconstitucionalidad que resolvió la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sobre la reforma electoral; sin embargo, en estos días, desde Palacio Nacional, están muy ansiosos por tener el control de las instituciones electorales.
La renuncia del magistrado Reyes Rodríguez dejó en manos de los cercanos al régimen el Tribunal Electoral, pues aunque se diga que éste seguirá autónomo e independiente, hay fotografías que evidencian lo contrario. La pandemia del autoritarismo, de la soberbia y del poder absoluto llegó a la Sala Superior.
Bastante tenemos con que Morena en el Senado, por órdenes de Palacio Nacional, se niegue a nombrar a los dos magistrados faltantes, como para que ahora el Tribunal Electoral haya entrado en crisis por la ambición del poder y por congratularse con el régimen.
No suficiente con ello, en el Instituto Nacional Electoral (INE), se empeñan en colocar en cargos de toma de decisiones importantes a los cercanos al Gobierno federal. No cabe duda que a los consejeros electorales recién elegidos se les olvidó que a lo único que deben ser leales es a la Constitución.
Si tan seguros están de que saldrán victoriosos del proceso electoral del año entrante, y de que la ciudadanía está satisfecha con el Gobierno en turno, ¿por qué entonces cooptar los órganos electorales?
Es conocido que el Presidente, desde su llegada al Gobierno, hizo público su deseo de adueñarse de los órganos electorales para así tener en sus manos nuestra democracia, los recursos públicos que éstos reciben, cerrarle el paso a nuestras libertades y derechos y poder extinguir la autonomía de la que “supuestamente” gozan las instituciones encargadas del voto.
No cabe duda que la apuesta por una elección de Estado está más que clara, ello, en detrimento de nuestras instituciones electorales, libertades, derechos, pero sobre todo, de nuestra democracia; y, ¿por qué no?, hasta de su precandidata.
Lo mejor de todo, es que al quitarse las máscaras dejan a la vista de la ciudadanía sus intenciones de cooptar los órganos electorales, nuestra democracia y, por supuesto, de nuestro voto.
La insistencia desde la presidencia del INE por colocar a uno de los suyos en la Secretaría Ejecutiva, deja al descubierto el autoritarismo del inquilino de Palacio Nacional y de su absolutismo, así como del servilismo en quienes hacen sus caprichos realidad.
Hoy como nunca defendamos nuestras instituciones electorales, su autonomía y respaldemos a aquellos consejeros y magistrados electorales, que se resisten a doblegarse ante el régimen y a poner en riesgo nuestra democracia.
Defender nuestros órganos autónomos, nuestras instituciones electorales y la Suprema Corte, es una tarea a la que todas y todos, los que nos decimos demócratas, estamos llamados.
P.D: Que esta Navidad y Año Nuevo, la abundancia toque sus puertas y los llene de bendiciones queridos lectores. Nos leemos en el 2024.