El gigante con riesgos a la vista

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Ha sido sorprendente el desempeño de la economía de Estados Unidos que frente a los pronósticos que anticipaban una recesión para finales del 2023 y/o en este año, la realidad se impone con una dinámica de crecimiento que ha despertado un gran optimismo en las expectativas, prácticamente anulando el escenario de una recesión pronunciada para dar cabida a otro denominado como “aterrizaje suave” que, si bien anticipa una desaceleración moderada del crecimiento para este año, finalmente propone un avance productivo en la economía más grande del mundo.

Datos recientes revelan que, aun cuando ya se perfilan en algunos sectores —como en la manufactura— signos de desaceleración productiva, aún el conjunto de la economía, en particular el mercado laboral, muestran fortaleza. Sólo algunas cifras como la creación de empleos no agrícolas, las ventas al menudeo (en el pasado Black Friday repuntaron 7%), el indicador ISM de servicios y las solicitudes iniciales de ayuda por desempleo registran buenos resultados que apuntan que la economía tuvo un avance cercano a 2.5% en 2023. En paralelo, la inflación viene descendiendo y en diciembre cerró con una tasa anual de 3.4% y, principalmente, el índice sin alimentos y energía descendió hasta 3.9%.

Una situación sui géneris donde la economía crece y la inflación baja en un contexto de tasas de interés al alza. Tradicionalmente, cualquier economista anticiparía que a un periodo de inflación y una política monetaria muy restrictiva prosigue necesariamente una recesión, pero éste no parece ser el caso bajo la expectativa de un “aterrizaje suave” que predice un avance del PIB cercano al 1.5% para este año.

Dos factores promovieron esta situación atípica. En primer lugar, las causas que motivaron la inflación no fueron las tradicionales; es decir, por un aumento de la demanda, concretamente el rompimiento de las cadenas de producción y el alto costo de los fletes y los temores de una crisis energética derivados del conflicto ruso-ucraniano. Amortiguados estos efectos, sumados a expectativas a la baja de los precios por la política monetaria, la inflación ha descendido.

A la par, la política fiscal de Estados Unidos se ha mantenido expansiva con un aumento del déficit y la deuda del Gobierno (se estima que en 2023 el déficit será de 6% del PIB y la deuda alcanzará un nivel históricamente alto de 120%). Esto ha venido contrarrestando los efectos restrictivos de la política monetaria a través de una emisión continua de dinero.

Los riesgos bajo este esquema no son desdeñables. La inflación puede repuntar frente a un conflicto geopolítico como los actuales. Además, si persiste la política fiscal expansiva la mayor cantidad de dinero presionará los precios y limitará, incluso revertirá la esperada baja de tasas de interés. Las probabilidades de ambos riesgos son altas. Acabamos de presenciar un súbito —afortunadamente temporal— aumento de los fletes por el conflicto en el mar Rojo. Por otro lado, este 2024 es un año electoral, lo cual disminuye las probabilidades de que se frene la expansión fiscal en Estados Unidos.

Las consecuencias de un nuevo repunte de la inflación necesariamente conllevarían a una recesión en el poderoso vecino del norte, la cual podría materializarse en el último trimestre de este año o en 2025. Hay que estar alertas.

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