¿De qué sirve la intercampaña?

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Primero fueron las que todavía no eran las campañas oficiales, pero que, por todo lo demás, eran campañas descaradas. Luego vinieron las precampañas, que de “pre” no tenían nada, puesto que también eran campañas en toda forma y fondo. Y pronto, después del actual periodo de intercampaña, vendrán, por fin, las campañas de verdad, en las que ya no tendremos que tragar más simulaciones.

La intercampaña de 2024 comenzó el 19 de enero y terminará el 29 de febrero. En este periodo las campañas no se detienen del todo, únicamente bajan de intensidad. ¿Qué cambia, entonces, entre lo que sucederá en estos días y lo que veremos a partir del 1 de marzo? Lo que la autoridad electoral afirma es que los candidatos no pueden hacer campaña en spots, debates o mesas redondas o de análisis de televisión o de radio. Además, el contenido de la propaganda en medios de comunicación sólo puede ser informativo, es decir, se puede dar a conocer las ideas, valores y programas de los partidos, pero no puede llamar al voto a favor de alguno de los partidos o de los candidatos.

De acuerdo con el INE, el periodo de intercampaña tiene como finalidad dar un tiempo a los partidos para que se preparen para las campañas por venir y “resuelvan posibles diferencias sobre la selección interna de candidatos”. El que los ciudadanos descansen, aunque sea un poquito del ruido mediático o, incluso, tengan un tiempo para reflexionar, no es lo prioritario. Lo que al INE le interesa es el funcionamiento de la maquinaria electoral, no la tranquilidad de los electores.

¿Acaso no debería haber una instancia que protegiera a los ciudadanos de tanta basura mediática, de tanto griterío, de tanta vulgaridad, de tantas medias verdades, cuando no de mentiras enteras?

Así como hay una Procuraduría Federal del Consumidor, debería haber —¿no le parece a usted?— una Procuraduría Federal del Elector.

Las campañas pueden ser una molestia muy grande, sobre todo cuando se extienden durante tanto tiempo. No sólo agreden nuestros sentidos, sino que difunden información falsa y, lo que es peor, siembran discordia. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para evitar que eso suceda? ¡Nada! Estamos indefensos. El INE puede hacer algo, pero no demasiado, su función en el proceso es otra. El problema de fondo es que los partidos políticos, todos ellos sin excepción, buscan cualquier manera de manipular a sus posibles votantes de la manera más despiadada.

No debe extrañarnos que en muchos países el prestigio de la democracia representativa vaya en picada. Cada vez hay más personas que piensan que lo se les vende con la etiqueta de democracia no es más que un producto chatarra que se les obliga a consumir y que sólo favorece a unos cuantos que se han adueñado de las franquicias electorales.

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