El peligro ronda en los Party Bus

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Son los llamados Party Buses, o camiones fiesta. En su promoción anuncian que se pueden festejar quince años, despedidas de soltera, despedidas de soltero, graduaciones, fiestas de cumpleaños o cualquier evento para convivir.

Te pueden recoger en el domicilio que establezca el contratante dentro de la Ciudad de México y el cliente puede diseñar su recorrido.

Hay paquetes que van de las 17 a las 45 personas, con precios que oscilan entre los ocho mil a los 15 mil pesos por recorrido. Éstos incluyen 5 horas de servicio, paseos por las principales avenidas turísticas de la CDMX, asistente de audio, gran equipo de luz y sonido digital, refrescos, y el cliente tiene que llevar su alcohol.

Hasta aquí suena bien. La realidad es que éstos pueden ser camiones de alto riesgo, porque las medidas de seguridad simplemente no existen.

Les voy a platicar una historia: Este fin de semana varios jóvenes abordaron uno de estos transportes, 45 chicos y chicas, algunos menores de edad. Si ya es un riesgo ir en la parte de abajo, parados todos, consumiendo bebidas alcohólicas y bailando, porque con un simple enfrenón se pueden golpear, lo más grave es ir en la parte de arriba.

En la parte superior del camión muchos de los invitados van tomando, bailando y gritando. Lo más grave es que no hay protecciones a los lados ni en la parte trasera, y en la Ciudad de México hay muchos árboles y cables que pegan con el camión.

A diferencia de los turibuses, que son los camiones para hacer recorridos turísticos en la ciudad, que tienen dos pisos y están controlados por las autoridades porque cuentan con paneles de seguridad y con asientos, los camiones fiesta no tienen ni uno ni otro.

El sistema de seguridad de estas empresas es tener a uno o dos trabajadores con una linterna, gritando “cable o rama” cuando ven que se aproxima al segundo piso algún obstáculo. Un grito, en un camión con audio, luces y bullicio de 45 personas, para que todas se agachen. Y es que ver cables de noche es prácticamente imposible.

El que los pasajeros de estos camiones fiesta se tengan que agachar para no ser golpeados por cables o ramas sucede en casi todos los trayectos que recorren estos autobuses. No son casos aislados. Si usted, querido lector, se ha subido a uno de estos transportes, sabrá de lo que le cuento.

Aquí la tragedia. Una adolescente no escuchó el grito de “cable” porque estaba auxiliando a otra joven que ya se había caído por el movimiento. El cable le pegó a dos centímetros de la tráquea, un compañero la logró aventar hacia adelante para que no se cayera del segundo piso del autobús a la calle, pero si cayó un piso hacia adentro del camión.

Riesgo sobre ruedas

Imagen promocional de un Party Bus en la Ciudad de México.

Quedó ahí, sin poderse mover y con trabajo para respirar. La encargada del camión llegó hasta donde estaba la joven, pero no para  auxiliarla, sino para decirles que evacuaran el camión porque tenían otro servicio. Esta chica finalmente recuperó el conocimiento y fue trasladada a urgencias de un hospital donde le pudieron hacer todas las pruebas, porque afortunadamente ella no había consumido nada de alcohol.

Está muy golpeada, con algunas fracturas. Los médicos le aseguraron que, si el cable hubiera sido un poco más delgado o le hubiera pegado en la tráquea, no hubiera sobrevivido.

La pregunta es: ¿quién regula estos camiones? En ellos se sirve alcohol, muchas veces a menores de edad, y los pasajeros están expuestos a un accidente.

Como este caso ha habido muchos otros que se han silenciado para no afectar a estas empresas que generan muchos recursos.

En febrero del año pasado se registró un choque entre un camión fiesta particular y una unidad del Metrobús en Paseo de la Reforma, seis personas resultaron heridas.

Llegó personal del Instituto de Verificación Administrativa, dijeron que estos camiones están prohibidos y en el reporte oficial del Metrobús sostuvieron que “ese tipo de servicios no cuenta con autorización de operación”.

Antes de esto, un joven de 25 años resultó lesionado al caer desde el segundo piso de una unidad, cuando circulaba por avenida Insurgentes. Tampoco se sancionó a nadie.

Pero estas empresas de camiones fiesta operan con total libertad. Incluso, yo como reportera hablé para solicitar informes y me dijeron que sin problema podía apartar un evento para este fin de semana que viene.

Han sido tantas las denuncias ciudadanas por el riesgo que representan, que el debate sobre la regulación de estos camiones fiesta se intensificó desde junio de 2019,  cuando las autoridades capitalinas dieron a conocer que dichas unidades serían reguladas como parte del programa La Noche es de Todos, a cargo de la Secretaría de Gobierno, “debido a la venta de alcohol al interior de los mismos, así como de algunos estupefacientes”.

Pero luego se dio a conocer que podían operar porque formaban parte de ese mismo programa cultural La Noche es de Todos.

Lo cierto es que no existe un reglamento para estos camiones. Las autoridades capitalinas prefieren ignorar que ahí se sirve alcohol y que muchos menores de edad abordan las unidades.

Quien declaró sobre este asunto hace un par de meses fue el secretario de Movilidad, Andrés Lajous, diciendo que el Invea está deteniendo a los “pocos” autobuses fiesta que operan en la capital, y aseguró que la Ley de Movilidad regula todas las formas de transporte permitidos.

Evidentemente, el secretario Andrés Lajous está trabajando muy mal, porque son decenas de camiones fiesta los que circulan, sobre todo los fines de semana en la Ciudad  de México, y yo no sé si han sido sancionados, pero siguen operando y circulando libremente y de una manera irresponsable.

Y es que, según los reglamentos, la Ley de Movilidad regula lo que está permitido circular en la Ciudad de México.

Por lo pronto, y mientras alguna autoridad tome acciones sobre estos camiones fiesta, no se arriesgue, ni arriesgue a sus hijos en estos transportes.

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