Un veneno mortal ataca a Movimiento Ciudadano

GENTE COMO UNO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Imagen: La Razón de México

En septiembre pasado, durante su visita al Nido de la Garza —mi espacio en Youtube— el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, me compartió su historia de cómo siendo parte de la campaña de Agustín Basave Alanís en 2017, vio en Movimiento Ciudadano una alternativa política que lo sedujo.

Colosio Riojas en entrevista con Mónica Garza.
Colosio Riojas en entrevista con Mónica Garza.

“Es el momento de abrir brecha a una nueva manera de trabajar con y para la gente, no haciendo esta faramalla protocolaria y ostentosa como se hacía, bueno, como se sigue haciendo la política en muchos lados, con discursos que nadie entiende”, me dijo.

De esa charla han pasado 5 meses y hoy Colosio Riojas aún bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, busca un lugar en el Senado de la República en la siguiente legislatura, junto con otros aspirantes del partido naranja que se empeñan en hundir ese discurso de “la nueva política”.

Sin ir más lejos, Jorge Álvarez Máynez, su candidato a la presidencia, no logra hacer control de daños luego del video que circuló en estado de ebriedad, junto a su “compadre”, el gobernador Samuel García, desde un palco del estadio de los Tigres de Monterrey, mofándose de las multas del INE y poniéndose gallitos con el priísta Manlio Fabio Beltrones, candidato al senado por el estado de Sonora.

Una escena patética, pero clásica de juniors —éstos de casi 40 años—, con los recursos y privilegios que ofrece una posición de poder y quienes encontraron en la burla, una forma de expresar su definición de “Nueva política”, que de esta manera se ve bastante más próxima a las antiguas prácticas.

Así que esto de predicar con el ejemplo naranja, quedó más cerca de la chunga que del compromiso social con el que pontifican a sus simpatizantes en cada discurso, que pretende ir pegadito a la “inclusión progresista”.

Más claro que nunca ha quedado que se puede ganar mucha popularidad perdiendo mucho prestigio, porque seguramente esta semana el candidato Jorge Álvarez Máynez escaló en las encuestas de reconocimiento, más de lo que nunca imaginó.

Ha sido su momento más relevante desde su destape, ocurrido casi en las mismas circunstancias, “cheleando” en la casa del gobernador de Nuevo León, desde una hermosa terraza volada en el elegante municipio de San Pedro Garza García.

Claramente las encuestas no son ninguna ley, pero algo advierten y hasta esta semana, sólo el 8% de la intención de voto está con el candidato de Movimiento Ciudadano, lo que además pone en riesgo el registro de dicho partido como instituto nacional.

“No se pude gobernar o hacer política desde una borrachera de poder o alcohol. Siempre ha dado malos resultados. Eso lo sabe Dante Delgado”, respondió el priísta sonorense Manlio Fabio Beltrones, a su mención en el estadio, pero dirigiéndose más al líder del partido naranja, que a su descarriado muchacho.

Y es que en realidad, el nivel de desconexión, frivolidad e inmadurez política descubierto por los “jóvenes” políticos de Movimiento Ciudadano, puso en aprietos a otros aspirantes del mismo partido, donde varias piezas ya se están moviendo y sabremos de dichos golpes de timón en menos de dos semanas.

Y es que no basta con un buen jingle de campaña, ni la simpática presencia del entrañable niño huichol —hoy ya adolescente—, si el movimiento naranja no tiene sustento en el fondo, ideológico ni pragmático y desde sus nuevos fichajes además, “lo Nuevo” huele a viejo.

¿O de qué otra forma se puede leer la llegada a sus filas de la ex priísta Claudia Ruiz Massieu, junto con Gustavo de Hoyos o las experredistas Alejandra Barrales y Amalia García?

Y para hacer más honda la herida, sorprende la ausencia de mujeres realmente comprometidas con una agenda feminista dentro de esa institución política, como la legisladora Martha Tagle, quien quedó fuera de las listas para contender en las Cámaras.

Así como la mirada distante y pasiva de una Patricia Mercado, que seguramente no sale de su asombro ante el escenario —inimaginable en estas huestes, hasta hace algunos años— y con su misión imposible a cuestas, como coordinadora de contenido de una campaña, cuyo candidato se esmera en autodestruirse a cada paso.

Y es que no se puede llamar al voto de confianza sólo desde las redes sociales, sumando likes con bailes, tenis y “calcas matonas”. El discurso importa, desde los hechos y las formas. Eso no tiene edad ni caducidad, mientras que la inmadurez política sí puede ser un veneno mortal.

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