Un Presidente enojado

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Carlos Urdiales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

“El que se ríe, se lleva, y quien se lleva, se aguanta”. Así reza la conseja popular con respecto a hacer o decir cosas que luego no nos gustan cuando las recibimos de vuelta.

“Bájenle una rayita a su prepotencia”, dijo el Presidente López Obrador cuando la corresponsal de Univision le cuestionaba por revelar el contacto de Natalie Kitroeff, la reportera del New York Times que publicó que el gobierno de Estados Unidos investigó el presunto

narco-financiamiento a la campaña del 2018 que llevaría, a Palacio Nacional, al tres veces candidato de la izquierda (PRD-Morena).

Y remató: “Si siente que eso la expone, que cambie su teléfono, otro número y ya, tan sencillo”. Simple también hubiese sido no hacer públicos número y correo de Natalie.

Como fue sencilla la respuesta de cibernautas que, durante el fin de semana, tuvieron ante las denuncias de acoso telefónico que hicieron públicas, Claudia Sheinbaum, Citlalli Hernández, secretaria general de Morena; Jesús Ramírez Cuevas, vocero presidencial; y José Ramón López Beltrán, hijo del mandatario quien, por cierto, no es funcionario ni político.

“Cambien de número, sencillo. Y bájenle dos rayitas”. Predecible, condenable.

El grupo acusó amenazas e insultos hasta saturar líneas y aparatos. Expresaron lo grave. La exposición que, en términos de seguridad personal y familiar este tipo de ataques produce de manera inevitable.

Tiempos rudos. La plataforma YouTube decidió borrar el video de aquella conferencia mañanera en la que el Presidente se “desquitó”, con plena conciencia, de Natalie y su “inmundo pasquín” revelando su número —institucional o personal da igual— por a decir suyo, calumniarlo junto con sus hijos y equipo.

“La que se lleva se aguanta”, imagino que pensó el Jefe del Ejecutivo. Y ya en modo “nada ni nadie por encima de mi libertad”, ayer AMLO volvió a exhibir la carta de Natalie Kitroeff donde avisaba del reportaje y pedía una reacción.

A la nota, no al cuestionamiento periodístico del NYT. Pero, en esta revancha contra la “decadente” YouTube, Palacio Nacional intuye la toma por asalto de conservadores adversarios suyos del emergente medio global.

Las campañas presidenciales inician el viernes. Para nuestro Presidente nada de lo que ocurre es ajeno a su persona, interpreta como ataque directo a él y a su movimiento político, prácticamente todo.

Denuncias nacionales o investigaciones de medios globales. Lo reactivo del talante presidencial está forzando a jueces y árbitros electorales a llevar registro de sus respuestas y arrebatos que, desde la órbita del Gobierno federal, pueden incidir en la contienda democrática.

Al margen de encuestas, campañas y desempeños de las candidatas a la silla del Águila, los humores y acciones del Presidente pavimentan escenarios de legalidad complejos e indeseables.

Serenarse, sabio consejo que Andrés Manuel López Obrador gusta dar a furibundos opositores y fauna digital, viene como anillo al dedo. Suma cero quien apuesta a aplastar.

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Francisco Reséndiz