Han arrancado las campañas políticas rumbo a la Presidencia, veremos pronto los miles de spots y eventos que llamarán al voto, así como generarán emociones en millones de votantes mexicanos, como antes lo dijimos, estamos viviendo el súper año electoral en el mundo donde más de 70 países irán a elecciones.
La lisa electoral es la pelea por espacios de poder, y finalmente por los recursos del Estado, para generar tal o cual política. Las campañas vendrán aparejadas de un aparato enorme de fiscalización y controles para los candidatos en el INE, quizá no tan grande como antes, pero sí con restricciones importantes para quienes no conozcan la profesionalización electoral.
Aunque ya vimos mensajes con Inteligencia Artificial en algunas campañas políticas, parece ser que veremos sobre todo contracampañas relacionadas con la Inteligencia Artificial, denuncias por uso de bots, los candidatos tendrán que sortear los famosos algoritmos, e incluso quizá algunos videos del famoso Deep Fake. Esto ya sucedió en la presidencial norteamericana; y creo que se verá con mayor profundidad en esta elección.
De hecho, los algoritmos de las redes sociales han tenido cambios sustantivos, como Facebook, Instagram, Twitter e incluso WhatsApp, éstos no son lo mismo desde 2021, de hecho, están totalmente modificados; e incluso “X” (antes Twitter) una de las redes más politizadas ha sido totalmente renovada. A diferencia de 2021, quizá ahora los candidatos tienen mayor necesidad de la multiplataforma, ya que hoy difícilmente una sola monopoliza a todos los públicos.
El otro elemento al que propongo poner atención es al de la violencia, el anuncio de 14 asesinatos políticos en apenas 57 días, es simplemente terrible para la democracia mexicana; prácticamente todos los partidos han sido tocados por la situación; esto es equivalente a un asesinato político cada 4 días en territorio nacional, lo que es un escándalo, y como sociedad no debemos normalizar.
El ambiente es complejo en amplios territorios del país. Y aún queda en el ambiente el fantasma de lo que sucedió en la región Pacífico donde hubo amplias quejas de violencia política contra los candidatos. Esto además viene aparejado a una mayor aceptación de los autoritarismos entre la población. Aún no sabemos si la propia elección cambie ese sentimiento o lo profundice.
Por otro lado, está la interrogante de qué tanto habrá una participación decidida de los jóvenes en la elección presidencial; nos encontramos frente a lo que algunos analistas y firmas llaman “polarización demográfica”, donde los jóvenes siguen sin encontrar el mar de oportunidades que quizá antes sí encontraban sus padres o generaciones anteriores; que los lleva a todo tipo de crisis de depresión y ansiedad.
No queda claro aún, si el votante joven se va a volcar a las urnas, o permanecerá apático y expectante al no encontrar una representación atractiva. Los líderes mundiales están envejeciendo y parece que muchos jóvenes están optando por la apatía, lo que también puede resultar un riesgo de subrepresentación de amplios sectores en edades productivas. Esto desde mi perspectiva es un reto electoral para todos los candidatos.
Sobre esto, creo que requiere una visión muy de fondo sobre las oportunidades de vivienda, empleo y pensiones; y pasa en menor medida por una comunicación atractiva; pero parece que hasta hoy no estamos viendo esas discusiones. Ya observaremos si algún candidato hace alguna propuesta atractiva y contundente para toda una generación que espera definiciones.
Éstos son algunos retos que enfrentarán los estrategas de campaña, ante un mar de comunicación que hace un enorme ruido y que en muchas ocasiones hace que se pierda la sustancia de las discusiones locales. Por cierto, ésta es una externalidad de las elecciones concurrentes, muchas discusiones importantes simplemente se extravían.