La revista Life fue uno de los medios fundamentales de la cultura visual global producida desde Estados Unidos en el siglo XX. Tras su adquisición por el magnate Henry Luce, dueño de Time y Fortune, en 1936, la publicación apostó por el fotorreportaje y su uso como instrumento de representación de realidades políticas regionales, distantes o cercanas a Estados Unidos.
Luce, nacido en China, hijo de un pastor protestante en misión evangélica en Asia, se interesó mucho en la Revolución de Mao Tse Tung. Su enfoque de la guerra civil china fue siempre más favorable a los nacionalistas de Chiang Kai Shek, pero habría que recordar que Life, donde publicó Ernest Hemingway y donde apareció la foto emblemática de Robert Capa del soldado republicano español, también tuvo simpatías antifascistas.
Un estudio reciente, editado por el Centro de Investigaciones de América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, y realizado por los historiadores Enrique Camacho y Fernando Corona, reconstruye la cobertura que dio Life a Cuba entre los años 30 y 60. Se trata de cuatro décadas enmarcadas entre dos revoluciones, la nacionalista revolucionaria contra la dictadura de Gerardo Machado, y la también nacionalista revolucionaria, primero, y socialista después, de Fidel Castro.
En la primera etapa, los historiadores encuentran un marcado interés de Life en líderes inicialmente revolucionarios, como Fulgencio Batista, y en la estabilidad constitucional cubana posterior a 1940. Cada gobernante, Batista, Ramón Grau San Martín o Carlos Prío Socarrás, de aquel periodo republicano, fue debidamente retratado, en público o en familia, por los fotógrafos de Life.
En los años 50, la publicación puso su atención en el desarrollo urbano de la isla, en su alta sociedad y no faltó el tratamiento apologético de Batista como patriarca familiar, con su esposa Marta Fernández Miranda y sus hijos, en el lujoso Palacio Presidencial de La Habana. Lo sorprendente, en una revista ya tan orientada hacia el macartismo, no sería esa representación sino la del movimiento revolucionario de la Sierra Maestra desde el año 1957.
Life destacó a dos de sus fotorreporteros estrella, Andrew Saint George y Joe Scherschel, en la isla, en los años de la guerrilla fidelista. Los periodistas subieron a la Sierra Maestra, entrevistaron a los comandantes rebeldes y dieron seguimiento exhaustivo al secuestro de ciudadanos norteamericanos por las tropas de Raúl Castro y a la amistosa negociación de éste con el cónsul y el vicecónsul de Estados Unidos.
Life siguió paso a paso la marcha de las columnas invasoras del Che Guevara y Camilo Cienfuegos hacia la capital de la isla. Captó al Che con el brazo enyesado en las calles de Santa Clara y a Camilo en el Palacio Presidencial, hablando por teléfono, mientras pisa uno de los retratos de la Sra. Fernández de Batista.
Life también siguió muy de cerca a Fidel Castro en su primer viaje a Estados Unidos, en abril de 1959, invitado por la American Society of Newspapers. Lo siguió y él se dejó seguir, llegando a ser retratado y entrevistado en pijamas. La boda de Raúl Castro y Vilma Espín apareció en Life como ceremonia de la nueva etiqueta social de la Cuba revolucionaria.
Como otros medios estadounidenses, la revista comenzaría a tomar distancia a raíz de los fusilamientos de batistianos, desafectos u opositores, algunos, líderes de la propia Revolución, como los comandantes Humberto Sorí Marín y William Morgan, y de las primeras muestras de avance hacia un sistema político más cerrado que el prometido en la documentación revolucionaria.
A inicios de los 60, Life acabaría sumándose al gran aparato de publicidad anticomunista contra la Revolución cubana y otros movimientos de izquierda en América Latina. En esos años de la publicación, todavía en vida Luce, quien moriría en 1967, era difícil comprender el romance de Life con la guerrilla fidelista.