Madres

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Pedro Sánchez Rodríguez*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

En México, el poder político descansa cada vez más en manos de mujeres. Es una renovación que se ha dado de manera paulatina, progresiva y lenta. Llegó antes la alternancia democrática que la consolidación de las mujeres en la política. Se logró gracias a las cuotas y acciones afirmativas en la asignación de candidaturas por parte de los partidos políticos, pero sobre todo a la determinación de miles de mujeres que han dedicado su vida a la política y a la función pública.

Hoy, las dos candidatas presidenciales punteras y 13 de las 28 candidaturas a las 9 gubernaturas en juego son mujeres. 10 de las 32 gubernaturas actualmente en el cargo están bajo la titularidad de mujeres. 51% de la Cámara de Diputados y 51% del Senado de la República y 9 de las 19 secretarías están ocupadas por mujeres, muchas de ellas madres.

El sector privado tiene números distintos a los del sector público. De acuerdo con Grant Thornton, 38% de los puestos de alta dirección en las empresas están ocupados por mujeres. El rezago del sector privado frente al público en este aspecto no se debe sólo a que el mercado laboral mexicano está compuesto 40% por mujeres, cuando 51% de la población en México son mujeres, sino también a que la propia naturaleza del sector privado no responde a una lógica representativa ni acciones afirmativas y cuotas de género.

Aun cuando muchas empresas están alineadas con la diversidad y la inclusión, su escalafón responde a una lógica que oscila entre la productividad y la confianza, medido con parámetros diseñados en un contexto obsoleto y que perpetúa variables que juegan contra el crecimiento profesional de las mujeres. Ejemplo de ello, la maternidad. Es una realidad que la vida productiva y los ingresos de las mujeres se ven afectadas especialmente por el periodo de embarazo, lactancia y primeros cuidados de los hijos. La doble jornada, profesional y en el hogar, se da como un hecho dado, pero no debería ser así.

No basta con que el Congreso busque cambiar las condiciones laborales, como ampliar las licencias de paternidad para involucrar a los hombres en el cuidado de los hijos, también las empresas deben generar las facilidades y los mecanismos necesarios para que una mujer pueda disfrutar su vida de madre y profesionista, como lo hace un padre. No basta con instalar lactarios o garantizar el periodo de maternidad, sino también con incorporar y mantener esquemas flexibles de trabajo que permitan a las mujeres trabajar desde casa o con esquemas híbridos que permitan compaginar su vida personal con su vida profesional, y que una madre deba elegir entre estar o no presente.

El compromiso del sector público y privado, en esta materia, resultará en una mayor justicia social, mayor diversidad, así como mayores ingresos para las familias, más productividad y talento para las empresas y, finalmente un mejor país.

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Patricio Ballados