El fin de la economía es el bienestar, que debe ser resultado de la generación personal de ingreso, del producto del trabajo de cada quien, no de la redistribución gubernamental del mismo. El primer camino conduce a una sociedad de personas que, comerciando, cooperan entre sí, de personas voluntariamente interdependientes. El segundo lleva a una con dos bandos, los expoliados, por un lado, y los mantenidos, por el otro, con el gobierno quitándole a los primeros y dándole a los segundos.
Como vimos en el anterior Pesos y Contrapesos, durante el cuarto trimestre de 2018, el 44.3% de la población ocupada asalariada ganó hasta dos salarios mínimos. A lo largo del cuarto de 2023, el 71.1%, 26.74 puntos porcentuales más, el 60.3%. Más población ocupada generando menos ingreso. Al mismo tiempo, a lo largo el cuarto trimestre de 2018, el 4.9% de la población ocupada asalariada ganó más de cinco salarios mínimos, porcentaje que bajó a 1.4 en el cuarto trimestre de 2023, 3.5 puntos porcentuales menos, el 71.7%. Menos población ocupada generando más ingreso.
En noviembre de 2018, en condición crítica de ocupación (quienes trabajan menos de 35 horas a la semana, más quienes trabajan más de 35 ganando menos de un salario mínimo, más quienes trabajan más de 48 ganando hasta dos salarios mínimos), se encontró 15.0% de la población ocupada. En marzo pasado, 34.4%, 19.4 puntos porcentuales más, el 129.3%. Más población ocupada en condiciones críticas.
Con los datos anteriores, y aceptando que el fin de la economía es el bienestar de las personas, que debe depender de la generación personal de ingreso, no de la redistribución gubernamental del mismo, ¿cuál es la respuesta a la pregunta por la herencia económica de la 4T?
Según la clasificación funcional del gasto del gobierno, en 2018, último año de Peña Nieto, 9.8% se destinó a las tareas propias del gobierno (impartición de justicia), 62.6% a desarrollo social (redistribución gubernamental del ingreso), y 27.6% a crecimiento económico (generación de ingresos). En 2024, último año de AMLO, a las tareas propias del gobierno se destinará 8.3% del gasto, 1.5 puntos porcentuales menos, 15.3% (estando como estamos en prevención de delitos e impartición de justicia). A desarrollo social se destinará 67.7%, 5.1 puntos porcentuales más, 8.1% (más expoliación tributaria y más manutención gubernamental). A crecimiento económico se destinará 24.0%, 3.6 puntos porcentuales menos, 13.0% (menos inversiones directas que, ¡esto es lo importante!, sean rentables, no elefantes blancos como probablemente lo sean, otorgando el beneficio de la duda, el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles).
Estos últimos cinco Pesos y Contrapesos fueron una primera respuesta a la pregunta por la herencia económica de la 4T, herencia que tiene cosas buenas (salarios mínimos, desempleo, tipo de cambio), pero que, en términos del desempeño general de la economía (crecimiento/dinamismo e inflación/estabilidad), de la generación de ingresos y de la población ocupada en condiciones críticas de ocupación, deja que desear.
Ya escribiré otras columnas sobre el mismo tema, la herencia económica de la 4T, porque tela de donde cortar sobra, empezando por las finanzas del gobierno.