El ascenso electoral de las nuevas derechas en estos comicios europeos genera inquietud y plantea dilemas al viejo continente. Los temores tienen que ver con una consolidación de alianzas entre derechas extremas y más moderadas, a nivel doméstico, que se articulen mejor en el parlamento europeo y pongan en jaque la integración.
En Italia y Alemania ese proceso ya avanza, pero en otros, como en España y en Francia, hay un pulso más centrista, gracias a los liderazgos de Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, que sostienen un equilibrio precario. Pronto veremos qué impacto tendría ese triunfo en las elecciones europeas en espacios políticos nacionales, cada vez más disputados, a medida que el nacionalismo se refuerza frente a un europeísmo declinante.
Fratelli d’Italia, el partido de la presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, ganó la mayoría en Estrasburgo. En el sector francés del parlamento acumularon más fuerza Marine Le Pen, Jordan Bardella y Rassemblement, mientras que la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania rebasó al Partido Socialista del actual canciller Olaf Scholz.
El mapa electoral español en las elecciones europeas se parece más al doméstico o nacional. Vox quedó en seis escaños y el PP superó por dos asientos al PSOE. Manfred Weber, de los sociales cristianos de Baviera, ha llamado a una alianza entre todos los partidos afines al Grupo Popular, sin excluir a socialistas o liberales de la línea de Macron o Scholz, para evitar las coaliciones con los extremistas de derecha y los euroescépticos.
La operación no parece sencilla, a pesar de los llamados a la calma de la presidenta saliente, de Úrsula von der Leyen. Meloni, Le Pen y Bardella han salido fortalecidas y aprovecharán el espacio legislativo europeo para robustecer sus bases electorales en Italia y Francia. Sólo con hegemonía compartida dentro de las respectivas naciones y dentro de la política continental es que podrían hacer realidad el sueño de la disgregación o refundación de Europa.
Algunos líderes de este lado del Atlántico han llamado la atención sobre los riesgos que se abren con el avance legislativo de las ultraderechas. Justin Trudeau ha dicho que es preciso prepararse para grandes movimientos centrífugos desde Occidente, por medio de una consolidación de la región de América del Norte. Otro líder regional, Gabriel Boric, viajó a Alemania y reiteró a Scholz el interés de Chile en mantener acuerdos de libre comercio con toda la comunidad europea.
Las tendencias disgregadoras en Europa coinciden con un momento de deterioro de los foros de integración en América Latina y el Caribe. La Celac, que encabeza actualmente Xiomara Castro, está funcionando como una extensión de la Alianza Bolivariana. El Brasil de Lula mantiene su agenda de los BRICS, pero su capacidad de coordinación de políticas regionales con México, con Colombia o con Chile, donde gobiernan otros proyectos de izquierda, es limitada.