Tarde o temprano, y más vale temprano que tarde, antes de que se acumulen más presiones sobre las finanzas gubernamentales, con las repercusiones negativas que se tendrían sobre la economía en su conjunto, será necesaria una reforma fiscal.
La principal causa es el nivel de la deuda total del sector público federal y del déficit presupuestario, en ambos casos como porcentaje del Producto Interno Bruto, PIB, que es el ingreso generado en la economía.
En 2018, último año del gobierno de Peña Nieto, la deuda total del sector público federal fue de $10,829,906,600,000 ($10.8 billones), y equivalió al 43.10% del PIB. En 2024, último año del primer piso de la 4T, será de $16,593,192,700,000 ($16.6 billones), y equivaldrá al 48.94% (suponiendo para este año un crecimiento del PIB del 2.06%, según el promedio de las respuestas recibidas por el Banco de México en la encuesta de mayo a los economistas del sector privado), 5.84 puntos porcentuales más, el 13.55%.
En el actual gobierno la deuda total del sector público federal aumentó $5,763,286,100,000 ($5.8 billones), 53.2% en términos nominales y 20.7% en reales, descontada la inflación (proyectando para este año una inflación del 4.27%, de acuerdo con la media de las respuestas recibidas por el banco central en la encuesta citada).
En 2018 el déficit presupuestario del sector público federal fue de $494,981,900,000 ($495 mil millones), y equivalió al 2.0% del PIB. En 2024 será de $1,661,368,633,595 ($1.7 billones), y equivaldrá al 4.9% del PIB, 2.9 puntos porcentuales más, el 145.00%.
En la administración actual el déficit presupuestario del sector público federal se incrementó en $1,166,386,733,595 ($1.2 billones), 235.64% en términos nominales, 203.14% en reales, descontada la inflación.
El desorden, por llamarlo de alguna manera, comenzó en 2024. Entre 2019 y 2023, el crecimiento promedio anual de la deuda fue 6.56%; en 2024 será 11.69%, 5.13 puntos porcentuales más, el 78.20%. En el mismo período el crecimiento promedio anual del déficit fue 2.74%; en 2024 será 4.90%, 2.16 puntos porcentuales más, el 78.20%.
Lo más preocupante está relacionado con el balance primario, del que se excluyen los pagos de la deuda. Si es superavitario quiere decir que no se pide prestado para pagar lo que se debe, lo cual es bueno. Si es deficitario quiere decir que sí se pide prestado para pagar lo debido, lo cual es malo. En 2019 y 2020, como porcentaje del PIB, fue superavitario por 1.0 y 0.1. En 2021 y 2022 fue deficitario por 0.3 y 0.5. En 2023 fue superavitario por 0.1 y en 2024 será deficitario por 1.2, el mayor déficit primario del sexenio. Entre 2019 y 2023 el balance presupuestario fue, en promedio anual, superavitario en 0.04% del PIB. En 2024 será deficitario en 1.2% del PIB,
Entre 2019 y 2023 se mantuvo, si por ello entendemos crecimientos moderados tanto en deuda (6.56% promedio anual), como en déficit (2.74% en promedio anual), y un balance presupuestario ligeramente superavitario (0.04% del PIB en promedio anual), una cierta disciplina en materia de finanzas gubernamentales, misma que, ¡año electoral al final de cuentas!, se relajó considerablemente en 2024, por lo que, por prudencia, se recomienda una reforma fiscal. Sí, ¿pero en qué sentido? Esta es la pregunta.
Continuará.