Libertad de expresión en México, en terapia intensiva

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

A Humberto Padgett

“Las condiciones para ejercer la prensa libre en México están canceladas y la impunidad que se otorga la Fiscalía de la Ciudad de México, mostrándose al lado del narco y en contra mía, que soy un simple reportero dejado en abandono. Me van a matar y sólo a mi madre le va a importar. Ésa es la verdad en México”, fue lo que escribió hace unos días Humberto Padgett en sus redes sociales.

El acoso a los periodistas y a los medios de comunicación por parte de este Gobierno o de gobiernos locales no se detiene. El enojo y la venganza contra los periodistas por publicar actos de corrupción los tiene contra las cuerdas en un país democrático, pero, sobre todo, en un país donde la libertad de expresión y de prensa los garantiza la Constitución.

La persecución que vive Humberto Padgett, Carlos Loret y Víctor Trujillo, así como Latinus, es una muestra del autoritarismo y del abuso de poder desde instituciones que deberían de servir para luchar contra la corrupción y el crimen organizado, y no contra quienes, a través de su trabajo, el periodismo, son señalados.

Al igual que muchos, me sumo a la solidaridad expresada hacia ellos, no sólo por seguir adelante frente a los ataques por parte de la Fiscalía de la Ciudad de México y de la Unidad de Inteligencia Financiera, sino por continuar denunciando y haciendo pública la verdad que muchos quieren guardar en los estantes de la Cuarta Transformación.

Callar periodistas con amenazas, con persecución judicial, con retenciones arbitrarias o con la muerte, no es democracia, es autoritarismo. A los gobiernos de la Cuarta Transformación no les interesa la verdad ni la justicia, ellos prefieren la impunidad, la corrupción y el rencor. Para ellos el dicho aquel “quien me la hizo, me la paga”, es su eje rector.

El Gobierno federal y de la Ciudad de México, en lugar de perseguir, deberían de garantizar a los periodistas el libre ejercicio de su profesión, su seguridad y la de su familia. Dejarlos a su suerte es lo que ha provocado que en lo que va de este sexenio 37 periodistas hayan sido asesinados, de acuerdo con Reporteros sin Fronteras.

Hoy en México la libertad de expresión está en terapia intensiva, a punto de colapsar por el autoritarismo, el enojo, el rencor y el abuso de poder de este Gobierno. No se calla la verdad, callando periodistas.

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David E. León Romero