Los creadores de Intensa-Mente (Pixar, 2015 y 2024) se basaron en la teoría de las 27 emociones de la Universidad de Berkeley. Son muchas más de las que pensábamos o podíamos nombrar y además el estudio indica que están interconectadas. Fue hecho en un grupo demográficamente diverso de 853 mujeres y hombres que fueron expuestos a videos que evocaran una amplia gama de emociones.
Los terapeutas hablamos con frecuencia de la importancia de nombrar lo que sentimos para poder procesarlo. La lista de las 27 emociones puede ser un mapa útil: admiración, adoración, apreciación estética, diversión, ansiedad, asombro, incomodidad, aburrimiento, calma, confusión, anhelo, aversión, dolor empático, embelesamiento, envidia, emoción, miedo, horror, interés, alegría, nostalgia, romance, tristeza, satisfacción, deseo sexual, simpatía y triunfo. El autor principal del estudio, Alan Cowen, afirma que todo está interconectado y lleno de matices.
Se acaba de estrenar Intensa-Mente 2 nueve años después de la primera parte. La película sigue la vida de Riley desde su nacimiento hasta la entrada a la adolescencia. La genialidad de la idea original es la posibilidad de ver la mente de Riley, compuesta de sus emociones, pensamientos, creencias y sentido de la identidad. Los que saben de cine dicen que esta segunda parte está mucho menos bien hecha que la primera, que ahorraron al hacerla y que se nota. A mí me parece oro molido la posibilidad de que una adolescente vea esta película y pueda identificar lo que le pasa. La aparición de algunas de las enfermedades mentales más graves ocurre durante la adolescencia, un periodo tumultuoso del desarrollo. La alegría de la niña, que también podríamos llamar energía de vida, libido, ganas, deseo, es la jefa de la mente de Riley hasta que irrumpe ansiedad y toma el control de todo. Las emociones que vimos hace nueve años (alegría, furia, temor, desagrado y tristeza) son desplazadas por ansiedad, envidia, ennui (tedio) y vergüenza.
Si pensamos en los adolescentes, es fácil imaginarlos sintiendo estas nuevas emociones, que tienen una parte social dominante. Pertenecer a un grupo, competir, compararse, medirse contra los otros, avergonzarse por no ser los más populares, fingir una personalidad que no es la suya para ser aceptados. Todos los que acompañamos las adolescencias de nuestros hijos sabemos que así fue, junto con muchas otras combinaciones de emociones que hacen de la irrupción de la pubertad una crisis importante. Una destrucción de la niña dulce y tranquila para dar paso a la adolescente malhumorada que contesta horrible sin razón. Las madres tratan de decir las palabras adecuadas para consolar, para casi siempre fallar.
Ennui no tiene casi importancia en la historia; sin embargo, el aburrimiento, la falta de energía, las ganas de quedarse en la cama, el desdén hacia todo, es también un clásico adolescente que no quedó suficientemente retratado.
Al igual que en la primera película, el mensaje en síntesis es que todas las emociones están conectadas, todas tienen una función, una razón de ser. Incluso la vergüenza, que es tan dolorosa, puede resultar un límite o un freno para que la adolescente no haga algo de lo que después se arrepienta. Ansiedad se alimenta de fantasías negativas, de futuros terribles que llegarán si no se adelanta, si no actúa y controla todo. Ansiedad intenta planear el futuro, sólo piensa en eso y le quita a Riley la posibilidad de disfrutar del presente y de relajarse en sus nuevas interacciones sociales. El sentido de la identidad se tambalea en esos años, aparecen emociones completamente nuevas, tal vez más sofisticadas y más difíciles de manejar. La sobreexigencia feroz es el rasgo que define a ansiedad, que siempre hace que Riley tenga miedo de fracasar. Cuando la vida deja de ser juego y todo se trata de competir y ganar hay algo valioso de la niñez que se pierde. Cuando se finge para pertenecer, se pierde el sentido
de la identidad.
La película deja claro que somos un conjunto de contradicciones en la percepción que tenemos de nosotros mismos. Somos buenos, malos, buenos amigos, malos amigos, egoístas, amables, queremos encajar, pero también queremos ser valientes aunque
tengamos miedo.
Poder decirle a la gente que nos ama que no estamos bien, que nos hemos equivocado, que hemos sido desconsiderados, pedir perdón, intentar entender lo que los otros sienten, en lugar de defendernos y creer que los que están mal son los demás, son algunos ejemplos de las llamadas habilidades emocionales tan importantes para una vida en la que sea posible el juego, el disfrute, fluir, vivir el momento, dejar de preocuparse por lo que no está pasando ahora y entender que tratar de controlar no evita sino que amplifica el sufrimiento.