En unas elecciones históricas, los franceses salieron a votar en la segunda vuelta legislativa en contra de la extrema derecha y sus ideales xenófobos, racistas y homófobos.
Sirvió la estrategia forjada desde la izquierda y el actual gobierno de reducir el número de candidatos que se habían clasificado para la segunda vuelta de las elecciones para posicionarse en el primer lugar de las votaciones con el llamado Nuevo Frente Popular de izquierdas.
Fue tal el rechazo de los franceses a la formación ultraconservadora de Marine Le Pen, que el partido Ensemble (Juntos), del presidente Emmanuel Macron, subió al segundo puesto a pesar de haber quedado tercero en la primera vuelta de los sufragios el pasado fin de semana.
El llamado cordón sanitario para impedir la “propagación” de la ultraderecha dio resultado. Deportistas, artistas, intelectuales y un sinnúmero de personas que son conocidas en sus ámbitos profesionales llamaron a la población a votar en contra de Agrupación Nacional y sus políticas discriminatorias.
Esto ha sido una grata sorpresa para los votantes, ya que el partido de ultraderecha ganó las elecciones europeas el pasado 9 de junio y ese hecho llevó al presidente a disolver la Asamblea y llamar a elecciones anticipadas.
Aunque es un gran triunfo para las libertades en Francia, no todo puede ser celebración. El avance de la ultraderecha en el país galo y en general en Europa, es innegable. La decepción de la ciudadanía con los partidos convencionales le abrió las puertas a una tercera opción extremista en Francia que puede resultar desastrosa para la nación, desde la pérdida de derechos hasta el regreso del autoritarismo.
No es para nada un mal resultado para la extrema derecha, al contrario, es la votación más amplia que ha recibido el ultraconservadurismo desde 2022, cuando obtuvo lugar para 88 diputados.
El voto de confianza del pueblo francés al bloque de izquierdas debe valorarse en general por todos los movimientos políticos que no quieren que la extrema derecha llegue al poder. Sólo hay posibilidad de gobernar si existe la posibilidad de negociar y formar coaliciones.
Ahora la tarea que tienen enfrente el bloque de izquierda y los macronistas es el de empatar políticas, ya que ningún partido obtuvo la mayoría absoluta en beneficio de la sociedad, porque si no llegan a un acuerdo y realizan un buen trabajo, no hay duda que la ultraderecha estará respirándoles en la espalda y podría llegar el día en que gobiernen Francia.