El presidente de Francia, Emmanuel Macron, respira al fin. Luego de un llamado a elecciones legislativas que implicó una apuesta por el todo contra la ultraderecha de Marine Le Pen, los resultados le dan tranquilidad.
Los sondeos hasta días antes de los comicios le daban el triunfo a Agrupación Nacional de Le Pen; sin embargo, la alianza del Nuevo Frente Popular que aglutina a la izquierda ha quedado al frente, con el partido de Macron en un segundo lugar. Con este resultado, Le Pen vuelve a quedarse al margen en la segunda vuelta de las elecciones.
Macron ha logrado su propósito y ha relegado nuevamente a Le Pen; sin embargo, ya no es la primera fuerza política y ahora tendrá que enfrentar el gran reto de formar gobierno en una alianza amplia y complicada. La gran noticia para el presidente está en que aún tiene la capacidad de movilizar a los votantes en grandes números. Sin embargo, el avance de Le Pen muestra una vez más que el descontento va en aumento y que es necesario tomarse este asunto en serio si Francia no quiere tener un bandazo político hacia la ultraderecha.
En un juego político de alto nivel, los partidos políticos de centroderecha y de izquierdas han visto cómo Le Pen se alzaba con la victoria en la primera vuelta de las elecciones y han preparado una contraofensiva sin precedentes. Los candidatos de Macron y de los partidos de izquierda que no han quedado en los dos primeros lugares preliminares han dimitido para formar un frente contra Le Pen. A la par, los franceses han salido a votar en masa, con lo que se ha logrado darle la vuelta a los resultados.
Esta jugada de compromisos políticos tendrá que dar resultados en la Asamblea Nacional o provocará un rebote que podría más pronto que tarde encumbrar a Le Pen en las próximas elecciones presidenciales. Francia necesita un legislativo que muestre que es capaz de gobernar en coalición y no caer en una parálisis. El peor escenario ahora sería el congelamiento de la Asamblea y el que se tenga que volver a convocar a elecciones el año entrante. Macron necesita entender que ahora tiene que pactar con la izquierda y hacer funcionar el gobierno.
En Francia y en Europa, en Estados Unidos y en América, los procesos electorales se han polarizado tanto que parecería que la democracia misma le teme a los ciudadanos y a las decisiones que puedan tomar. El sistema puede ser destruido desde sus mismas entrañas. Para esto no hay defensa. Sólo queda el recurso de que los gobernantes dejen de desencantar y excluir a los ciudadanos para que las filas de los populistas no se engrosen apoyando propuestas antisistema. Es la hora de dar resultados o asomarnos al abismo.
Macron tendrá que pactar si no quiere que las presidenciales sean el fin de su legado.