A unos días de la Convención Republicana, en la que se ratificó la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, nuevamente la violencia política da la nota en un intento de asesinato hacia el precandidato.
El tirador, Matthew Crooks, un joven blanco en sus veinte que está registrado como republicano, pero que ha donado a causas liberales, es muestra de la confusión, crispación y desesperación que se vive en la base de la sociedad estadounidense. Él mismo encarna el sinsentido en su persona y en sus actos. Un hecho lamentable que hay que condenar sin dudar mientras se agradece que Trump haya salido con vida y se lamenta por el espectador muerto y los heridos en este infame acto.
Se trataba de un mitin pequeño en Pensilvania, unos cientos de personas en torno a un escenario sencillo. Y, sin embargo, el Servicio Secreto fue incapaz de prevenir que Crooks disparara a menos de 200 metros del estrado. Lo dejaron disparar tres o cuatro veces antes de localizarlo y matarlo. Una falla garrafal de seguridad que, en una sociedad que ha consentido la portación y compra de rifles de alto poder, es una invitación al desastre.
Aunque condenemos el acto, haríamos mal en no decir que algo así se veía venir. La división y la violencia verbal y física ya se habían manifestado en diversas ocasiones y la retórica de los bandos, en especial de Trump, no hacía más que echar gasolina al fuego. Incluso el mismo Trump, tal vez cegado por la adrenalina del momento, se fue del estrado arengando a una multitud conmocionada gritando “¡Peleen, peleen, peleen!” mientras elevaba su
puño al cielo.
Seguramente este hecho favorecerá a Trump en las urnas. Su campaña se ha basado en bravuconadas de macho feroz y ahora es un sobreviviente de un atentado “de la izquierda radical”, una interpretación que sus más serviles allegados ya están instalando en la narrativa de la teoría de la conspiración en contra del defensor de los “valores tradicionales” de Estados Unidos, aunque ya nadie sepa definirlos. El incitador de la violencia ahora ha sido víctima de su obra, con lo que el círculo se ha cerrado de forma inesperada. Aquellos sin escrúpulos sacarán raja política de este hecho incendiando el ambiente en lugar de buscar pacificar. ¿Cuántos muertos más son “tolerables” en la búsqueda desmedida del poder?
Es urgente encontrar una voz, republicana o demócrata, que busque lamentar la violencia y detener esta espiral de agresión en la política. Ambos candidatos se han enfrascado en una lucha de bajo perfil moral que poco aporta a la cohesión social. EU requiere, urgentemente, una renovación de liderazgo y un pacto bipartidista para apaciguar y retomar el rumbo de una democracia que se está autodestruyendo.