Las elecciones en Venezuela son el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando un presidente se hace del control de todas las instituciones y poderes. El triunfo de Nicolás Maduro no es precisamente lo que el pueblo eligió, pero sí la voluntad de un hombre autoritario y dictatorial.
La reelección de Maduro, por tercera vez, se debe a que por medio de reformas aprobadas por legisladores de los partidos del Gobierno, eliminaron la autonomía del Poder Judicial y del Consejo Nacional Electoral.
El que hoy no se respete la voluntad del pueblo venezolano y se le dé el triunfo a Maduro, muestra que los dirigentes populistas son autoritarios, dictadores, controladores y mentirosos. Ellos jamás serán demócratas, aunque se digan o se lo crean, porque sus caprichos están por encima de lo que realmente quiere la ciudadanía.
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Maduro será presidente de Venezuela por tercera ocasión, su Gobierno terminará hasta 2031, de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE), que es controlado por el oficialismo.
Países como Argentina, Chile, Panamá, Uruguay, Guatemala, Perú, Ecuador y Costa Rica han señalado que se deben transparentar los resultados electorales y respetar la voluntad de las y los venezolanos, pero eso no ha sido escuchado por Maduro, quien ya fue ratificado como el ganador.
La consolidación del chavismo en Venezuela fue aplaudido por tiranos como los mandatarios de Cuba, Nicaragua, Bolivia, Rusia y Honduras, quienes han establecido regímenes autoritarios como el de Maduro.
“No quiero bono, no quiero CLAP, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás”, coreaban los manifestantes. “No los queremos, no los queremos” y “que entregue el poder ya”, es lo que gritan los venezolanos, sin que sean escuchados.
El robo de elecciones, o como dirían por acá, los “fraudes electorales”, no están lejos de que sucedan en México, si Morena y sus aliados avalan las reformas que vulneran la autonomía del Poder Judicial y del INE, los cuales pretenden estén al servicio del presidente en turno y no de la ciudadanía.
El autoritarismo venezolano se contagia, y aquí en México el Presidente López Obrador, sueña con destruir nuestra democracia y establecer totalmente un gobierno autoritario, centralista y dictatorial, en donde se haga lo que diga su dedito, tal y como sucede en Venezuela.