El oro de Djokovic y su lección para los niños

DE VICTORIAS Y DERROTAS

Alfredo Castillo<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Alfredo Castillo*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Para Michele Castelán Radosevich

Si hubiera sido una final a tres de cinco sets, no se sí Djokovic hubiera podido agenciarse el tercero ante un fenómeno de 21 años como lo es Carlos Alcaraz. Pero Novak Djokovic jugó el partido de su vida bajo la premisa de que tenía que jugar perfecto dos sets y lo logró. Ahora ya no le queda nada por conquistar: A sus 37 años Djokovic alcanzó el único título que se le había negado en su carrera: el Oro Olímpico.

No es que Djokovic lo necesitara perse, porque el tenis fue excluido de las Olimpiadas desde 1924 hasta Seúl 1988.

En Seúl 1988 solo asistió un tenista entre los primeros ocho del ranking mundial, ganándolo Miloslav Mecir quien su mejor resultado en un Grand Slam fueron unas semifinales en Australia. En 1992 el oro fue para Marc Rosset quien su mejor resultado en Grand Slam fueron unos cuartos de final en Australia. En Atenas 2004 la victoria fue para el chileno Nicolás Massú quien también su mejor resultado en Grand Slam fueron unos cuartos de final en Australia.

Esto quiere decir que desde 1988 y hasta antes de la victoria de Rafael Nadal en Beijing 2008, el oro en el tenis solo lo pudieron conquistar dos ganadores de Grand Slam en 20 años (Andre Agassi en Atlanta 1996 y Yvegeny Kafelnikov en Syndey 2000).

A partir de 2008 fue cuando el tenis tomó otra dimensión en la justa olímpica y desde entonces los ganadores han estado entre los primeros tres puestos del ranking mundial como lo fue con Nadal en Beijing 2008, Murray en Londres 2012 y Río 2016, así como Zverev en Tokio 2020.

Por eso considero que es errónea la apreciación de que Djokovic necesitaba el oro olímpico para poder ser considerado ahora sí el mejor tenista de la historia. Por mucho, estadísticamente ya lo era. Más bien podríamos decir que era algo que Djokovic sentía que se lo debía a su país.

Independientemente de ese debate, lo que sí podemos afirmar es que esta necesidad, construida o no, le permitió a Djokovic elevar su nivel más allá del límite. Del lado de Alcaraz, es el tenista más joven en jugar una final de tenis olímpica, por lo qué no obstante la frustración natural que debe sentir el español, Alcaraz debe considerar qué si llega a jugar a la misma edad de Nole, tiene otras cuatro olimpiadas para alcanzar el oro olímpico, a diferencia de Nole que estaba en su última oportunidad.

¿Qué lección nos deja el partido de hoy para nuestros niños y jóvenes atletas? Por principio de cuentas que cada partido es distinto y que no porqué hayas perdido la última o las últimas veces contra un adversario, significa que no puedas ganar.

Apenas hace unas semanas, Alcaraz había ganado Roland Garros y Wimbledon, este último torneo venciendo con suma facilidad los primeros dos sets al propio Djokovic. En el papel, inclusive podríamos afirmar que el gran favorito era el español, y que pocos llegaron a dudar de que la medalla de oro terminaría en España.

¿Cuántos niños cuándo les preguntas contra quien van en un torneo, te contestan que ante determinado rival, a quien no podrán vencer porque han perdido las últimas veces? O, en su caso, creen que tiene la victoria asegurada, porque han vencido a su oponente las últimas veces.

Siempre he pensado que cuando el nivel es muy parejo entre dos contrincantes, va a ganar el que controle mejor sus emociones en los momentos importantes y, por supuesto, el que tenga mayores deseos de ganar, porque al final sus habilidades deportivas son muy similares.

Djokovic sabía que no iba a tener otra oportunidad, era ahora o nunca y eso lo llevó a luchar cada punto al límite. En el 4-4 del primer set, Alcaraz tuvo varios break point para irse 5-4 y el saque, pero Djokovic sabía la trascendencia de ese juego, por lo que luchó a morir, salvando todos los break point que tuvo en contra.

En el tie break del segundo set, cuando iban 2-2, Djokovic realizó un winner de derecha cruzado que le dio la ventaja de 3 a 2 después de un gran intercambio de golpes, a partir de ese momento, Djokovic se adueñó del partido y Alcaraz no volvió a ganar un solo punto, y sí por el contrario, tuvo errores no forzados.

¿Significa que Alcaraz no es tan bueno como se creía? Por supuesto que no. Alcaraz es un fenómeno que a cualquier otro tenista sobre la faz de la tierra hubiera vencido en esta final. De diez veces que se enfrentaran este año iba a ganar nueve, la única que no iba a poder ganar era la final de estos Juegos Olímpicos, porque ahí está el verdadero ejemplo de lo que significa desear algo con todas tus fuerzas, y ese deseo brutal en esta ocasión nadie se lo podía quitar al serbio.

En una clase un alumno le preguntó al maestro si era bueno que los niños compitieran a temprana edad. El maestro contestó: “Por supuesto que sí, solo hay que saber explicarles a los niños que en el deporte hay un vencedor y un vencido, si no existiera este supuesto, no se llamaría deporte sino únicamente actividad física. La diferencia está en que a los niños se les enseña de manera equivocada que el vencedor es el bueno y el perdedor es el malo, y no es así. Cuando hay competencia, los dos son muy buenos, porque los dos son muy competentes en lo que hacen, porque han sabido desarrollar habilidades específicas para poder competir, eso es lo que hay que decirles a los niños, y que simplemente en ese día, en ese momento, le toco a uno de los dos, ganar.”

Esto fue lo que pasó en esta cardiaca final de tenis de los Juegos Olímpicos. Tuvimos a dos enormes competidores, que nos hicieron vibrar de principio a fin, pero como es la esencia pura del deporte, sólo podía haber un vencedor, aunque los dos jugaron de manera excepcional.

Por primera vez me tocó ver lagrimas sinceras en ambos jugadores. Djokovic que se quitó su festejo arrogante de hacer como que toca el violín con su raqueta, lo cual en nada lo ayuda porque solo lo hace ver como burlón y arrogante (aunque se lo dedique a su hija, que nadie lo entiende), y Alcaraz, quien en las entrevistas posteriores no pudo contener más la frustración del dolor de la derrota, como le sucedió hace un año en el Masters 1000 de Cincinnati ante el propio Djokovic.

Me gustaría compartir las palabras que le mandó decir Rafael Nadal a Carlitos Alcaraz después de su derrota. Cito textual: “Carlos, aunque sé que hoy es un día difícil valora una medalla que es muy importante para todo el país y verás, con el tiempo, que para ti también. Gracias por esta semana increíble y por una medalla que nos regalas al deporte español. Un abrazo.”

Estas palabras las podrían repetir muy bien los padres a sus hijos, cuando en más de una ocasión no consigan la victoria que esperaban. Hasta la próxima.

COMO COROLARIO. Si se necesitaba un ejemplo más de lo que significa la confianza en un deportista, ahí está el caso de Noah Lyles, el ahora campeón olímpico de 100 metros, quien sin ganar ningún heat eliminatorio, y sin ser su mejor prueba, se llevó el oro olímpico por apenas cinco milésimas de segundo ante el jamaiquino y gran favorito: Kishane Thompson.

Temas: