Porque extirpadas en ella las raíces de la ambición y de los partidos, ya están sin temor de discordias intestinas que por sí solas se bastan para arruinar las ciudades mejor organizadas.
Tomás Moro.
El único peligro verdadero que puede correr una utopía es cuando se le coloca al lado de una ucronía, o bien, cuando ésta pierde su carácter esencial y es reducida al concepto prosaico del “proyecto irrealizable”, como ha sucedido en la Utopía de Tomás Moro. Editado en 1516 y con un grabado en la portada de Ambrosius Holbein, Utopía salió a la luz pública sin imaginar su autor que se convertiría en uno de los clásicos de la literatura universal junto a La Ciudad de Sol de Tomás Campanella y La Nueva Atlántida de Francis Bacon. De acuerdo a diferentes estudios, el nombre original del libro es Libellus… De optimo reipublicae estatu, deque nova insula Vtopiae, que se traduce en nuestra lengua a Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía, que es fundamental a la hora de interpretar la lectura del mismo ya que, esencialmente, es ésta la propuesta de la obra. De acuerdo a Francisco de Quevedo, Utopía puede provenir del griego outopia, es decir: "no lugar" y muy probablemente de eutopia "lugar bueno", aunque por el contenido de la historia y la ubicación remota, parece inclinarse más al “no lugar”.
Divido para su análisis y lectura en dos partes: libro primero, introducción y diálogo (Flandes 1915); y libro segundo, descripción de la isla (Inglaterra 1916). Este tratado del estado ideal que debe o puede alcanzar un país, sus habitantes y sus estructuras, inicia con una carta que envía Tomás Moro a Peter Giles, conocido como Pedro Egidio en la cual relata lo vivido por Raphael Hythloday, o, Hitlodeo durante cinco años de estadía en Utopía. Tomás Moro, establece que se encontraba charlando con el Cardenal cuando cierto laico versado en nuestras leyes, el cual, no sé con qué pretexto comenzó a hablar de nuestras leyes. Abre entonces una conversación que es el trasfondo real de la Utopía: cuestionar las leyes, el sistema de Gobierno y a los ciudadanos mismos sobre la forma en la que cohabitan.
En esa crítica Tomás Moro traza el diagrama del aspecto negativo de la estructura del gobierno y coloca al Cardenal de mediador entre la confrontación antagónica que se da entre el bufón –representación del carácter irónico un tanto bucólico del pueblo- y la Iglesia a través del fraile: el Cardenal tiene muy bien dispuesto que sean incluidos los vagos y se les de trabajo, y vosotros sois los mayores vagos, le dice el bufón al fraile. En la voz de Hitlodeo, privilegia la motivación pensante que debería tener un Estado y pone en entredicho los consejos que recibe el rey.
Ocurre en los utópicos un fenómeno inédito, el oro no tiene más importancia que el hierro ya que no tiene la utilidad que éste. El oro es usado únicamente para esclavizar a los hombres y señalar a los criminales. Tres asuntos valen la pena destacar de Utopía, el lugar central que ya desde entonces otorga Tomás Moro a las instituciones, a los ciudadanos y a las mujeres. En Utopía se rigen por magistrados elegidos anualmente por Sigrantes, Traníboros y Protofilarcas y cada ser humano tiene una actividad concreta incluyendo a las mujeres.
De las Utopías valdría la pena retomar algunos conceptos para guiar a líderes extraviados cuyas decisiones deberían de pensar y repensar antes de poner en jaque el destino de sus naciones.