Ella es María Elena Ríos, mujer de origen mixteca y en su vida profesional saxofonista. A ella le lanzaron ácido muriático en Huajuapan de León, Oaxaca el 9 de septiembre de 2019.
Quien fuera su pareja, Vera Carrizal envió a dos hombres para atacarla con ácido. Uno de ellos tocó la puerta, entró a su casa, se sentó en el sofá que ella tenía en el espacio en donde trabajaba y esperó a que Elena se sentara en su escritorio donde le daba la espalda.
En ese momento, él se paró y decidió vaciarle el bote que traía lleno de ácido muriático. El líquido cayó en su rostro y el cuerpo entero.
Ella gritó lo que todos gritamos al correr peligro o enfrentarnos a él “¡Mamá!”, por suerte ella estaba allí al interior de la casa, pero en ese abrazo, la señora también se quemó la piel.
La urgencia, la desesperación, la impotencia y el dolor la sacaron de su casa para buscar ayuda. Primero al consultorio que estaba frente a su casa, pero no había nadie, después a una estética, en donde encontró una tina de agua que se echó al cuerpo ya casi desnudo porque su ropa había desaparecido, como su paz y seguridad.
Ella es María Elena Ríos la que usted ve en la fotografía, la que nos mira solo de un lado y la que se cubre su rostro con sus manos y brazos marcados por el odio de su expareja.
El mismo hombre que la atacó violentamente durante su relación, el que no creyó que era suficiente denigrarla por su origen indígena, o por sus trenzas o por hacerla sentir un objeto cuando le decía “que tenía que obedecerlo”.
Él como tantos otros hombres en nuestro país y en el mundo.
Ella como tantas mujeres en nuestro país y en el mundo: lastimada, violentada, herida y por momentos, muerta en vida.
Ella que nos mira con solo un ojo, porque el otro está cansado de mirar injusticias tras injusticias en su caso.
Se cubre la boca porque el sistema, llámele usted machista o no, la quiere silenciar, pero sus cicatrices del ácido en su cuerpo son el grito a cuatro vientos de lo que pasó.
Ella lleva cinco años luchando por su vida, su libertad y justicia. Tuvo vigilancia, se la quitaron, el juez le llamó “mentirosa”, a su abogada la quitaron del caso porque “no le convenía” porque aguantó todo tipo de presiones y defendía a una mujer que había recibido ácido muriático en su rostro y cuerpo y ni siquiera lo consideraban como una tentativa de homicidio ni mucho menos feminicidio, suma siete cirugías por sanar su cuerpo y hasta hoy continúa recibiendo mensajes de odio y repudio en redes sociales por alzar la voz, por ser valiente y sobre v i v i r.
Es ella con quienes nos unimos ayer TODAS las mujeres, cuando el el juez Ramírez Montaño decidió absolver, a través de una sesión por videollamada al presunto agresorJuan Antonio Vera Carrizal. Por suerte horas después, hubo un fallo, aunque irónicamente, todavía habrá que esperar al 21 de agosto para llevar otra audiencia donde se juzga el delito de “tentativa” de feminicidio, como si hubiera más qué probar. Ridículos.
Tantas mujeres que vamos por sus cicatrices, por su impotencia, por su dolor, por su enojo y por su energía de exclamar justicia ante la violencia a la mujer y la permisividad de nuestro sistema.
Ella es Elena Ríos.