Sin bosques no hay agua

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

“Sin bosques, no hay agua” es el eslogan y título que el Gobierno del estado de Michoacán ha designado para una ambiciosa y acertada campaña de reforestación y cuidado de los bosques en el estado.

Es Michoacán uno de nuestros territorios más ricos de nuestro país, caracterizado por un activo de incalculable valor, sus bosques. Su riqueza radica en los servicios ambientales que nos otorgan, uno de ellos, el agua.

Comprobado está que los árboles pueden atenuar y revertir el cambio climático. El fenómeno ha sido estudiado por científicos en muchos países del mundo. De igual forma, son muchas las naciones que intentan revertir los efectos de la deforestación a través del sembrado de millones de árboles.

El reto que la reforestación representa es enorme. No basta con plantar, es necesario cuidar por cierto número de años las plantaciones para con ello incrementar las probabilidades de supervivencia de cada planta.

Los esfuerzos en distintos países son diversos; por ejemplo, en Australia desde hace algunos años se ha comenzado un programa de reforestación auxiliando al ser humano con drones que distribuyen semillas de manera uniforme en la superficie a reforestar a una velocidad de siete mil semillas por hora, esfuerzo que para un ser humano representaría días.

En Irlanda, los pobladores del campo han diversificado sus fuentes de ingreso a través de la reforestación de sus bosques, para eventualmente aprovecharlos de manera sustentable comercializando la madera, a la par de generar valiosísimos servicios ambientales.

En México, las acciones de reforestación en la presente administración se han realizado de la mano del programa Sembrando Vida con resultados diversos, que ha transferido recursos de manera directa a los habitantes que procuran la superficie forestal.

El objetivo debe ser reforestar a mayor velocidad de la que deforestamos. Dolorosamente durante el 2023, nuestro planeta perdió 3.7 millones de hectáreas de bosques; ¿esto es mucho o poco? Esta cifra se traduce en la pérdida de 10 canchas de futbol por minuto. El liderazgo en la pérdida de superficie lo disputan Brasil, República del Congo, Bolivia, Indonesia y Perú.

Desafortunadamente, los enemigos de los bosques somos nosotros mismos, quienes, a través de la generación de incendios forestales, los cambios de uso de suelo, la tala clandestina y el aprovechamiento no sustentable, atentamos contra ellos. Especialistas coinciden en que la pérdida de superficie forestal mundial se incrementó en un 25 por ciento durante el 2023; protagonista de la dolorosa cifra ha sido Bolivia, con un incremento del 27 por ciento en la superficie siniestrada.

No obstante, es posible dar resultados si los esfuerzos se realizan de manera sostenida y eficiente, como lo han hecho Colombia y Brasil, que han reducido sus niveles de deforestación de manera importante en el último año; el primero logró disminuir casi en 50 por ciento su deforestación, mientras el segundo la redujo en 36 por ciento.

Todos los objetivos de nuestras comunidades podrán cumplirse siempre y cuando logremos preservar nuestros bosques y los servicios que nos brindan. Luchemos activamente por la reforestación y conservación de los bosques mexicanos.

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