Sólo para “bien portados”

DESDE LAS CLOACAS

El Duende<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
El Duende*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Las incertidumbres sobre lo que le espera al país en el próximo sexenio están por todos lados: economía, seguridad, salud, política, etcétera.

Los medios de comunicación, además de ser testigos y narrar los tiempos por los que atraviesa el país, también tienen dudas sobre lo que viene en el trato con las mujeres y los hombres que asumirán el poder a partir de los próximos meses y por los próximos años.

La nueva relación que se ha planteado desde el poder con los periodistas no es un secreto: en la mayoría de las ocasiones la respuesta a los cuestionamientos de reporteras y reporteros ha sido más que ríspida. En algunas ocasiones, al grado de poner en riesgo su integridad física al acusarlos de ser aliados de una mafia imaginaria. De esto ya habíamos hablado.

Pero déjeme contarle de otro nuevo modelo que se ha establecido en la llamada Cuarta Transformación y que no es el que ya conocemos de invitar paleros a las conferencias de prensa para hacer preguntas a modo.

Le hablo de una nueva forma de relacionarse con las y los representantes de medios que cubren las actividades gubernamentales.

Para empezar, la o el gobernante en cuestión sólo responde a preguntas de la fuente periodística que cubre sus actividades diarias. Si por azares del destino un reportero ajeno tiene la oportunidad de hacer una entrevista de banqueta, éste no podrá obtener “la nota”.

El funcionario en cuestión pondrá sobre la mesa (a las y los integrantes de su fuente) puestos de trabajo dentro del Gobierno con jugosos salarios. De esta manera captará su atención y su fidelidad.

Después de un tiempo, esos puestos en direcciones y subdirecciones se harán realidad. Uno a uno, los integrantes de la fuente se irán incorporando a la administración

pública donde tendrán sueldos que sus medios no les pueden pagar.

Quienes se vayan quedando en la fuente verán desde lejos el premio con el que se consiente a las exreporteras y reporteros “bien portados” y alineados al Gobierno. Algunos, con la convicción periodística endeble, valorarán la oportunidad de poder cambiar de trinchera.

Hace algunos años no era sorpresa que, tras una vida en los medios, las y los reporteros experimentados pasaran a encabezar las áreas de Comunicación Social de diferentes organismos gubernamentales. Puestos donde se requería de su capacidad e inteligencia forjada en la calle y en el ejercicio periodístico diario. Hoy, las administraciones han encontrado la forma de que los jóvenes trunquen esa formación cooptándolos a muy temprana edad, ofreciéndoles buenos puestos y atractivos salarios.

¿Quién gana? Los gobernantes que controlan así —no a todos, hay que decirlo— a la mayoría de los jóvenes periodistas que los cubren ¿Quién pierde? La sociedad que cada vez requiere más periodistas comprometidos y con temple de acero, capaces de cuestionar y revisar al poder.

En el baúl. Esta semana el INE tendrá una cita con la historia en una sesión del Consejo General en la que se definirá la conformación del próximo Congreso de la Unión. Las previsiones más conservadoras apuntan a que el partido en el Gobierno tendrá la mayoría calificada con la que prácticamente podría pasar todas las iniciativas que se les antoje y reformar la Constitución a su antojo. ¿Se confirmará la sobrerrepresentación? Una cosa es segura, el árbitro electoral no la tiene fácil.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!

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