El ser mujer no es sinónimo de cuidadora

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Si pones la palabra “cuidados” en tu buscador, inmediatamente te saldrán imágenes de mujeres cuidadoras y sí, históricamente ése es el papel que este sistema patriarcal nos asignó; cuidar de la familia, la propia, la de origen y la política, y si no sólo volteen a ver su entorno.

Siendo este uno de los mayores reflejos de la desigualdad, el reparto no es inequitativo en los cuidados. Parece que por ser mujer toca, y si bien le va, habrá un hombre que “ayude” argumentando, pero yo pago las medicinas, yo voy siempre que puedo, es que yo trabajo, es más fácil “tú eres mujer” y así un largo listado de supuesto de a “ti te toca”.

En México, como en muchos otros países, esta labor recae desproporcionadamente sobre las mujeres, quienes combinan sus responsabilidades familiares con el trabajo remunerado y, a pesar de esta realidad, en nuestro país no se ha ratificado el Convenio 156 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las personas trabajadoras con responsabilidades familiares.

La importancia de este Convenio recae en el reconocimiento de que estas responsabilidades pueden limitar las posibilidades de las personas de prepararse para la actividad económica y de participar plenamente en el mercado laboral. En México, el trabajo de cuidados sigue siendo invisibilizado y subvalorado, se ve como algo implícito, “mujer igual a cuidadora”. Y es así como las mujeres dedican una gran cantidad de tiempo a tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, lo que limita sus oportunidades laborales y económicas.

Además, el acceso a servicios de cuidado infantil y de adultos mayores es limitado y desigual, tomando en cuenta que estas tareas recaen siempre en mujeres: mamás, hermanas, hijas, nietas, sobrinas. El más claro ejemplo de esto ha sido el tema de las licencias por maternidad y permisos de paternidad: a diferencia de las licencias de maternidad que son obligatorias, de 84 días y remuneradas por el Gobierno, y si se entiende la necesidad de brindar días por el parto tanto para prepararse como posteriormente a éste, pero una vez pasado esto, es de preguntarse por qué los hombres no cuentan con una licencia de esta naturaleza, sería lindo que ellos pudieran cuidar a la criatura, es suya también, pero no, gozan de un permiso de cinco días pagados por la empresa. Es decir, desde la aplicación del derecho el Estado da un trato desigual sin razonamiento alguno. Sólo porque es mujer y les toca cuidar. De acuerdo con datos del Imco, en 2021 las mujeres ocuparon 64% de su tiempo realizando un trabajo de cuidado, mientras que los hombres sólo dedicaron 24 por ciento.

Sin la ratificación del Convenio, no ha podido establecerse la legislación necesaria y, por lo tanto, una falta de políticas públicas que garanticen este derecho. Estamos hablando de una deuda histórica con las mujeres mexicanas y la sociedad en general, que está lejos de ser saldada. Una vez que reconozcamos el trabajo de cuidados, México podrá avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todas las personas tengan las mismas oportunidades de desarrollo personal y profesional.

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