Mientras millones y millones construyen la épica mediática de “La casa de los famosos”, el País de los anónimos se transforma.
En menos de una semana se confirmó el polémico reparto de legisladores federales por el principio de representación proporcional.
El INE sostuvo su premisa de atender criterios técnicos (legalistas dirían los de la 4T si los legítimos beneficiarios de la cuenta, no fueran ellos), y no políticos, por lo que consistentes con la historia en el tema, asignaron a Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo (PT) la mayoría absoluta.
Si no lo han superado, lo harán bajo la cruel lógica de los hechos consumados, PAN, PRI y MC vivirán al menos los tres años próximos digiriendo que el partido Verde, el quinto partido más votado el pasado 2 de junio, será la segunda bancada en San Lázaro.
Dado el golpe y derrotados los opositores políticos, fácticos y demás que denunciaron esta sobrerrepresentación, igual que antes acusaron una “elección de Estado” o la imposición del crimen organizado en la democracia electoral, la mayoría de Morena y sus aliados se aprestan a hacer realidad el Plan C del Presidente López Obrador.
Van a reformar el Poder judicial, a eliminar o absorber dentro de la arquitectura burocrática, a los órganos autónomos que ahora, como pavos en la víspera del día de Acción de Gracias, invierten recursos e ilusiones en publicitar todas las bondades populares de su terminal existencia. A buena hora.
Así las cosas, el histórico mandatario que en el ocaso de su administración, que no de su poder, se marca un 73 por ciento de aprobación según la más reciente encuesta de El Universal, continúa ejerciendo a plenitud la máxima investidura.
Hace de las suyas, se ríe, calumnia, difama e ignora olímpicamente lo que le viene en gana. Lleva de gira a la presidenta electa, instruye y dicta el futuro transexenal lo mismo con recomendaciones personales que con políticas públicas para más allá del 1 de octubre. Y todo con el poder de su fama.
Con su ascendencia en el País de los anónimos que atiende más y mejor a La Casa de los Famosos.
Que consume más redes sociales y plataformas que diarios y noticiarios. La transformación de los medios convencionales pasa por el empoderamiento de los creadores de contenidos que lo tienen claro: Entretener antes y por sobre todas las cosas. Divertir para multiplicar las opciones de atender lo chusco.
Por tanto, tampoco podemos decir que vivimos una tragedia. Lo que no guste y alarme, sucede por elección popular mayoritaria, contundentemente mayoritaria.
Y de regreso a la lógica de los hechos consumados, este País de anónimos tampoco se va a convertir en lo que presagian, dictadura y miseria nacional. Los capitales globales y locales se ajustarán a lo que venga, como sucedió en el 2018 cuando los mismos advertían éxodos que ahora solo espantan a quienes los anticipan.