Seamos la voz de las mujeres afganas

ENFOQUE MANUAL

Laura Garza<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Laura Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La lógica indica que conforme pasa el tiempo, se cuenta con mayor acceso a información y por ende a una aceptación de distintas perspectivas de ver el mundo. Es decir, los distintos escenarios de otras culturas y países deberían de aportarnos suficientes contextos, reglas y opiniones para tomar decisiones que nos ofrezcan mayores beneficios en cualquier área.

Sin embargo, hay quienes creen que cualquier tipo de avance es todo lo contrario con respecto a sus creencias, leyes y orden social, orillándolos a pisotear los derechos humanos de niñas y mujeres.

Las mujeres afganas han sufrido y han triunfado distintas batallas desde principios del siglo XX, donde se buscó que el islamismo tradicional diera un paso a un enfoque progresista. Donde las niñas podrían ir a estudiar al igual que los niños, y no fueran obligadas a casarse y que pudieran vestirse con mayores libertades sin portar ninguna indumentaria que les cubriera el cuerpo o el rostro.

En los 60´s las mujeres afganas pudieron votar, en los 70’s formaban parte del Parlamento y la política y el acceso a educación universitaria iba en aumento.

En los 90’s con la llegada de los Talibanes al poder, todo se vino abajo. Después de aquél 11 de septiembre del 2001 vinieron una serie de cambios en el poder y la intervención de Estados Unidos.

Las mujeres parecía que avanzaban de nuevo, el deporte y la educación de nuevo fueron abiertos.

Seamos la voz de las mujeres afganas.
Seamos la voz de las mujeres afganas.

Pero en el 2021 todo acabó otra vez. Las tropas de Estados Unidos terminaron por retirarse y los talibanes volvieron al poder.

Todo esto que le cuento es para ponerle en contexto, pero sobre todo para que pueda involucrarse en un acto de total degradación a los derechos humanos de la mujer.

Mire la primera imagen de los niños, una escena divertida con la espontaneidad y frescura de las sonrisas de estos seis chiquillos afganos. Mientras unos juegan a ponerse algo sobre la cabeza, los otros los miran con risa y complicidad.

Entre ellos hay una niña, la más pequeña con una cubeta de color azul en su cabeza. Mírela bien, es la única del grupo que no alcanza a sonreír del todo, mira a su compañero cómo sostiene lo que se puso en la cabeza, algo como un pedazo de plástico que encontraron en el piso.

Ella quiere sonreír, pero no lo hace. Sus manitas están una sobre otra, como si supiera que no es dueña de todo su cuerpo, sí, porque seguramente sabe que no puede mover mucho sus brazos como si bailara o como simplemente una niña cualquier los movería en señal de diversión.

Seamos la voz de las mujeres afganas.
Seamos la voz de las mujeres afganas.

Se auto limita, sostiene sus manos para no moverlas, porque sabe que no puede.

Ella crece en un mundo donde el hombre es el único que puede sonreír, gritar, ponerse cosas en la cabeza, jugar, ir y venir a casa sin permiso, trabajar y si quiere, estudiar.

Ella desde pequeña ya está limitada.

La foto es de apenas unos días atrás en Centro de Distribución de Alimentos del World Food Program en Kabul (WPM).

Hoy esa chiquita ya no podrá ser escuchada en espacios públicos, su rostro deberá ser cubierto y quizá ni ella pueda reconocerse cuando sonría.

No podrá utilizar cosméticos o perfume, mirar a los hombres que no sean sus familiares no podrá moverse en transporte público si no va a acompañada de un hombre, no contará con acceso a un empleo y puede ser obligada a casarse aun siendo menor de edad con un talibán.

De practicar algún deporte ni hablamos, incluso el día de ayer en la inauguración de los Juegos Paraolímpicos en París la primera delegación en desfilar fue la de este país sin la presencia de una sola mujer, cuando contaba con Zakia Khudadadi que hoy representa al Equipo Paralímpico de Refugiados.

A esta imagen se le acabó la supuesta diversión que percibimos en un principio, con el solo hecho de observarla a detalle.

La pequeña que no abre su boca para sonreír como lo hicieron los demás niños, no tiene un futuro por delante, al menos que el mundo entero logre incluir en estas “Leyes” de moralidad que lo único que hacen es arrebatarles los derechos a niñas y mujeres.

En la segunda foto que agrego es como pudiéramos ver a esta chiquita en unos cuantos años, irreconocible, sin mirada, sin voz, sin humanidad.

Triste y deplorable.

La voz de tantas mujeres no puede ser apagada, convirtámonos en su grito de defensa. Seamos la voz de las mujeres afganas desde nuestras trincheras, no dejemos de hablar de ellas y de informarnos.

Estoy segura que somos muchas mujeres en el mundo dispuestas a alzar la voz donde tengamos que hacerlo.

Le invito a firmar esta petición por parte de Amnistía Internacional para romper el silencio por las mujeres en Afganistán.

https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/afganistan-mujeres-ago24/

Temas: