Con la sobrerrepresentación a cuestas en la Cámara de Diputados, y los senadores perredistas que le vieron la cara a sus electores, Morena se ha quedado a un solo voto o ausencia de algún senador para hacer reformas constitucionales.
Con la complicidad de las autoridades electorales, han conseguido que con tan sólo 54 por ciento de la votación, el Gobierno controle de facto, los órganos de la república, en lo que marca el inicio de una crisis de representatividad para el país.
Y es que con estas resoluciones han sacado al 46 por ciento de los mexicanos de la arena político institucional, lastimando sus garantías. En realidad, el margen de consenso o mayoría absoluta de los votos, no ha sido alcanzado por el Gobierno, por más estrategia jurídica, no hay un gran acuerdo mayoritario que esté de acuerdo en los cambios constitucionales; el Gobierno no tiene consenso de la inmensa mayoría de la población, y está intentando por todos los medios llevar a México a una realidad que no está soportada por un acuerdo social, ni de diálogo, ni de votos.
Una cosa es haber realizado una estrategia legal para trasladar escaños al PVEM y al PT, y otra muy diferente es tener la representatividad que se traduce en legitimidad para realizarlo, lo que los está llevando a presionar demasiado la olla política. Algo así le sucedió al Pacto por México, cuando actores que no estaban legitimados por las plataformas políticas que ofrecieron a cambio de votos, pensaron que sí lo estaban y en tan sólo cinco años quedaron hechos añicos.
Como ya lo hemos dicho, una de las grandes deudas del periodo transicional fue la distribución del ingreso, hoy una de las grandes deudas del periodo populista es el Estado de derecho. Muchos estados del país tienen muy baja inversión en la justicia, bajos niveles de confianza hacia las autoridades y una impunidad terrible; se sabe que una víctima sin recursos, prácticamente no cuenta con posibilidad de asesoría jurídica real, la confianza está por los suelos y el sistema está congestionado, y eso hace que el proceso, esté comprometido.
Es claro que México necesita una reforma judicial, pero no ésta, una de consenso, con fuerzas políticas, con academia, con miembros del Poder Judicial, con distintos actores; haciendo valer por supuesto su mayoría; pero lo que menos necesita este país es una reforma judicial de control político; porque si Morena piensa que ya no se puede estar peor, este sexenio ha demostrado que siempre se puede cavar más profundo, para muestra la crisis de seguridad carretera que se vive actualmente y el escándalo de El Mayo Zambada. El modelo de elección popular de jueces que quieren importar de Bolivia, ha creado enormes conflictos políticos en aquel país.
El Gobierno pretende que el Ejecutivo (Morena) proponga 3 ministros, que el Congreso (Morena y aliados) otros tres, y que el Poder Judicial, donde operan con las célebres Lenia Batres y Yasmín Esquivel, otros tres. Básicamente las posibilidades de que la gente escoja a afines a Morena será de al menos 80 por ciento. Eso sí, antes habrá un comité de selección que ellos mismos pondrán. Como lo hicieron antes con el INE, donde participó, John Ackerman, Jefe del Instituto de Formación Política de Morena, para seleccionar a los Consejeros que hoy le dieron la sobrerrepresentación a Morena.
Probablemente Morena esté viendo el manual de Orbán en Hungría, o el de Evo en Bolivia, pero son países con 9 y 12 millones de habitantes, entre los dos no hacen si quiera la megalópolis del Valle de México; ni tienen tratados comerciales y de vecindad con las economías más potentes del mundo, ni tampoco el enorme poder que tienen las Organizaciones Criminales Transnacionales, asentadas en el país, combinación que en un caso extremo podría generar un suicido gubernamental.
Por esto es que los estudiantes han decidido alzar la voz, por esta conciencia de lo que está pretendiendo el Gobierno. Por eso es que los ciudadanos deben apoyar estas valientes manifestaciones, porque lo que sigue es una dimensión desconocida que sí puede estar peor que lo que hoy tenemos. Por eso hay que acompañar a la Marcha #NoALaReformaJudicial; del Ángel al Senado a las 9 de la mañana.