El día de ayer rindió su sexto y último informe el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Termina un sexenio que quedará inscrito en la historia de manera especial por sus logros y por su muy particular estilo de comunicar y gobernar.
Un Gobierno que desde el primer día se propuso —de manera auténtica— practicar y manifestar una estrecha cercanía con la población. Aquella parafernalia que caracterizaba el andar de los presidentes quedó atrás. Como evidencia de esta conexión, el alto porcentaje de aprobación que registra en el epílogo de su sexenio, patente en distintas encuestas.
El gabinete del Presidente fue una combinación de cuadros jóvenes y experimentados, provocando así un cambio generacional en la primera línea del Poder Ejecutivo. Además, fueron las mujeres pieza clave en dependencias que estaban prácticamente reservadas para hombres: la Secretaría de Gobernación y la de Seguridad y Protección Ciudadana.
Clave de su éxito fue el establecimiento de un nuevo modelo de comunicación social que llegó para quedarse. Prácticamente todos los días del sexenio, de lunes a viernes, el Presidente ofreció una conferencia de prensa que se convirtió en un vehículo para difundir ideas y conceptos que fueron bien recibidos por un enorme sector de la población. Contrasta este instrumento con las muy esporádicas conferencias de prensa que solían dar los presidentes en anteriores administraciones, que en algunos casos pueden ser contadas con los dedos de la mano. Si bien ha sido un ejercicio cuestionado por algunos, también es importante reconocer que permitió un intercambio de posicionamientos entre el Presidente y periodistas y reporteros con cuestionamientos frontales a los que no estábamos acostumbrados.
La aprobación del Presidente está basada en su cercanía con la población. Su personal estilo para desenvolverse, su lenguaje y comunicación, pero centralmente, en las acciones específicas de su Gobierno que cambiaron la vida a millones de mexicanos. A través de uno o más de los programas sociales o a consecuencia de haber roto aquel mito de que los incrementos a los salarios mínimos desencadenarían sí o sí una escalada inflacionaria, el Presidente se hizo presente en cada hogar mejorando las condiciones de bienestar de millones de familias.
Y claro que prevalecen problemáticas que se pensó que podrían solucionarse y persisten retos por vencer; sin embargo, Andrés Manuel López Obrador cumplió gran parte de las promesas que empeñó durante su campaña, y la gran mayoría de los mexicanos han manifestado su aprobación mediante su ratificación en la pasada jornada electoral.
Estamos siendo testigos de una transición jamás vista, en la que muchos funcionarios permanecerán en el cargo, intentando así dar continuidad a los trabajos buscando concluir o concretar los resultados. Los agoreros del desastre se quedaron con las ganas, el Gobierno de México cierra una etapa especial e interesante y abre una nueva, que será encabezada por una mujer, condición que me llena de orgullo y entusiasmo.