La fiesta de Jennifer Clement

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Este martes a las 19:30 se presenta en El Péndulo de la colonia Roma el libro más reciente de Jennifer Clement. Aunque Clement nació en Estados Unidos y ha escrito en inglés toda su obra narrativa, ha vivido en México la mayor parte de su vida. Esta circunstancia le ha permitido tener una mirada muy especial de la realidad mexicana. En su exitosa novela Prayers for the stolen, traducida al español como Ladydi y luego llevada al cine por la directora Tatiana Huezo con el título de Noche de fuego, Clement supo capturar con agudeza y compasión el drama de muchas niñas que viven en los territorios del país dominado por el crimen organizado. En La fiesta prometida, recién publicada en español por Penguin Random House, Clement nos brinda otra mirada de México que la involucra de manera personal.

La fiesta prometida es una memoria de los primeros años de la vida de Clement en México y de su experiencia en Nueva York durante su juventud. Sobre esto último, Clement ya había escrito un libro memorable, Widow Basquiat. A Love Story, en el que contó la historia de Suzanne Mallouk, pareja del pintor Jean-Michel Basquiat. La fiesta prometida podría leerse, entonces, como una precuela de Widow Basquiat, ya que Clement cuenta cómo se hizo amiga de Mallouk cuando fue a Nueva York para estudiar en la universidad, pero es mucho más que eso, ya que el personaje principal del nuevo libro de Clement es ella misma.

Clement cuenta cómo llegó de muy pequeña a la Ciudad de México traída por sus padres que se establecieron aquí en 1960. El barrio al que se mudaron marcó la vida de Clement. El San Ángel de aquellos años era un barrio distinguido en el que convivían artistas, escritores y profesores universitarios. Esa circunstancia le permitió a la niña Clement encontrarse con esos personajes que ahora son parte de la historia de la cultura mexicana del siglo XX. También en San Ángel se ubicaba The Edron Academy, la escuela inglesa en la que ella cursó toda su educación básica y media. En ese colegio conoció a Fanny del Río. De adolescentes, Jennifer y Fanny pasaban largo rato en las cafeterías del rumbo, hablando de literatura, fumando sin parar y leyendo poesía en voz alta. No recuerdo haber coincidido con ellas en aquel entonces, pero puedo imaginar el espectáculo de esas dos hermosísimas muchachas rodeadas de un coro de admiradores.

No me alcanza el espacio para hacer una reseña de todo lo que nos cuenta Clement de su vida en México hasta 1978, cuando partió a Nueva York para emprender su propio camino. Invito al lector a que compre el libro y que se deje envolver por esa narración tan íntima, transparente y palpitante que nos ha regalado la autora.

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