Crímenes de guerra

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Valeria López Vela*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El domingo pasado, las FDI —Fuerzas de Defensa de Israel— encontraron los cuerpos de seis jóvenes que habían sido secuestrados el 7 de octubre, en el Festival Nova, por el grupo terrorista Hamas.

Desde hacía un par de semanas, los servicios de Inteligencia y la milicia planeaban el rescate de los secuestrados, que el líder de Hamas —Yaya Sinwar-- utiliza como escudos humanos. La cercanía de la defensa israelí hizo que los terroristas asesinaran de un tiro en la parte trasera de la cabeza a cuatro varones y a dos mujeres; uno de ellos, de nacionalidad estadounidense. Además, durante los funerales, los terroristas distribuyeron un video con las últimas lastimosas imágenes de los rehenes: demacrados y sobajados.

La noticia es devastadora, por donde se mire. Pienso en las familias de todos ellos, que durante estos meses lucharon incansablemente por lograr que regresaran; en las noches sin fin, en la tortura de saberlos vivos y en el desasosiego de imaginarlos muertos. Cada persona caída en conflicto cuenta una vida: con amigos, familias, sueños, fracasos, proyectos y peculiaridades. Hay que repetir sus nombres, porque es nuestra obligación no olvidarlos y no permitir que esto pase a nadie más: Hersh Goldberg-Polin, Eden Yerushalmi, Alex Lubnov, Carmel Gat, Almog Sarusi y Ori Danino.

Para efectos de política israelí, la polarización en la sociedad hizo que hubiera un llamado a una huelga general para pedir la renuncia del primer ministro, Benjamin Netanyahu; quien, a su vez, se encuentra enfrentado con el secretario de Defensa, Yoav Gallant, por el curso que debe seguir la guerra.

En términos de fin del conflicto, esto aleja cada día más la posibilidad de un mal arreglo, que permita que las vidas de todos los implicados estén seguras y se recupere cierta normalidad.

Las negociaciones de paz se encuentran en un punto muerto; Netanyahu ha dicho que por ningún motivo liberará el Corredor de Filadelfia —esto, con el fin de resguardar la frontera sur de Israel—; por su parte, el vocero de Hamas se dirigió a las familias de los secuestrados en estos términos: “la insistencia de Netanyahu en liberar a los prisioneros a través de la presión militar, en lugar de sellar un acuerdo, significa que serán devueltos a sus familias amortajados. Sus familias deben elegir si los quieren muertos o vivos”.

Es decir, o ceden a nuestras peticiones o los matamos. En esos términos, es muy difícil plantear una negociación; sobre todo, cuando militarmente estás perdiendo la guerra.

Ojalá tanto los apologetas del terrorismo como los belicistas tengan en cuenta estas atrocidades antes de repetir propaganda vacía; las complejidades e intereses del conflicto en Medio Oriente exigen una comprensión profunda y un horizonte moral inquebrantable. E, insisto, ni la violación de una persona ni el asesinato pueden ser considerados estrategias de resistencia: son crímenes de guerra.

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