Esta vez fue diferente. Desde que Hamas secuestrara a más de 200 el 7 de octubre decenas de rehenes han muerto en Gaza. La mayoría, se sospecha, murió a manos de la organización terrorista; algunos otros, como resultado de bombardeos u operaciones israelíes.
Sin embargo, nunca el nexo entre las decisiones del gobierno israelí y la muerte de sus propios rehenes fue tan claro como esta semana. Hersh Goldberg-Polin, Eden Yerushalmi, Carmel Gat, Alexander Lobanov, Almog Sarusi y Ori Danino murieron como consecuencia directa de las decisiones del primer ministro Netanyahu y su gobierno, que, en aras de continuar la guerra, mantenerse en el poder y conseguir una “victoria total” que nunca llegará, tomaron consciente y expresamente la decisión de sacrificar a sus propios rehenes.
La pesadilla comenzó con el rescate de Qaid Farhan Elkadi, árabe israelí, a quien el ejército salvó de un túnel bajo tierra en la ciudad de Rafah al sur de Gaza. Como suele pasar después de cualquier logro, mas nunca después de una derrota, Netanyahu de inmediato tomó el crédito por el heroico rescate, argumentando, como lleva haciéndolo meses, que sólo la presión militar podrá regresar a los rehenes a casa.
Pocas horas después, el gabinete de seguridad se reunió para tomar una decisión: dejar el control de la frontera sur de Gaza a cambio de un tratado de cese al fuego y el regreso de los rehenes o continuar la guerra, a sabiendas que día con día menos rehenes quedan con vida. Sólo el ministro de Seguridad, enemigo político de Netanyahu, votó a favor de ceder el control. En respuesta, el ministro les dijo: “Ustedes saben que la implicación de esto es que Hamas no aceptará el trato y no liberará a ningún rehén. Sí, ésa es la decisión”, respondió Netanyahu.
Horas después, como ahora lo sabemos, Hamas asesinó a sangre fría a seis rehenes. La naturaleza sanguinaria de los terroristas no queda en duda. Sin embargo, la responsabilidad recae no sólo en la enfermedad, sino en el doctor que se negó a curarla sabiendo que existe un tratamiento eficaz. En casi un año de guerra, son menos de diez los rehenes que el ejército logró rescatar. En un año de guerra, Hamas sigue en pie y en el poder en Gaza.
Para muchos israelíes que se negaban a pensar que su propio primer ministro es el obstáculo para conseguir el trato, el asesinato de los seis rehenes terminó por convencerlos de la increíble realidad. La primera reacción fue la sorpresa, de ahí siguieron las lágrimas y en pocas horas éstas se convirtieron en rabia. Más de medio millón de israelíes salió a las calles tan sólo en Tel Aviv y hubo manifestaciones en más de 40 lugares alrededor de Israel en contra de Netanyahu, exigiendo un cese al fuego y la liberación de los rehenes. Al día siguiente el país entró en huelga general.
Quedan aún rehenes con vida. El pueblo luchará contra su propio líder para tratar de rescatarlos.