El gobierno de Nicolás Maduro sigue en su deriva autoritaria aniquilando la democracia en Venezuela. Luego de negarse a presentar evidencias de su supuesto triunfo en las urnas y de desacreditar 83% de las actas que ha publicado la oposición, en las que se asienta su aplastante derrota, el régimen chavista ha recurrido a las amenazas, la violencia y la represión para mantener el orden y aferrarse al poder.
En los meses posteriores a la elección, Maduro y los suyos han acusado de terrorismo a los líderes opositores, han encarcelado a civiles durante las marchas de protesta y hasta han cercado las representaciones diplomáticas de los países que han recibido a los perseguidos. Así, ante la amenaza de la cárcel, Edmundo González, el candidato que a todas luces ganó la elección, se vio forzado a exiliarse en España bajo la figura del asilo político.
González fue el nombre que apareció en la boleta oficial y por el cual se decantó la mayoría de los votantes. Él representa a la líder de la oposición, María Corina Machado, y dio un paso al frente cuando el chavismo la inhabilitó para contender por la presidencia. Este político casi desconocido recogió la frustración de los votantes y logró darle continuidad a la campaña de Machado, alzándose con la victoria.
Este exilio pone en un predicamento a la oposición, puesto que es González la figura que legítimamente puede reclamar la victoria para asumir la presidencia en enero. Sin embargo, ante la presión, ha decidido salir del país, complicando y debilitando el movimiento opositor. Machado, el motor y el corazón de la campaña, se ha quedado en Venezuela a pesar de sufrir persecución, y tendrá que encontrar la fórmula para mantener vigente a González, al tiempo que lidia con las amenazas en su contra.
La oposición teme que González siga el mismo camino del olvido que Juan Guaidó. Sin embargo, esta vez fueron las urnas las que elevaron a González, por lo que parece que el chavismo está acorralado frente a la comunidad internacional que le reclama a Maduro mostrar evidencias de su triunfo o dar un paso atrás y permitir la transición. Incluso varios países latinoamericanos con gobiernos de izquierda han reconocido a González como presidente electo y piden que se detenga el autoritarismo y se dé paso al cambio.
Maduro no dará su brazo a torcer, los esfuerzos para sentarlo a la mesa de negociaciones han sido infructuosos. Como un animal herido amenaza con un baño de sangre con tal de aferrarse al poder. La presión internacional está haciendo su efecto en su entorno, pero todo parece indicar que el presidente estirará la cuerda hasta el final. Me parece que, si la oposición no cede, la violencia será inevitable. Venezuela será abiertamente una dictadura.