El 8 de septiembre se conmemoró el Día Internacional del Periodista, la fecha se instauró en 1958 para honrar la memoria de Julius Fučík, crítico de teatro, periodista y escritor asesinado por los nazis en 1943 luego de haber sido capturado por la Gestapo. Su muerte tan sólo a los 40 años de edad es el recordatorio de los riesgos y del peligro en que se encuentran los periodistas en todos los continentes. En la actualidad, lamentablemente las guerras no sólo son entre naciones sino que también se encuentran en nuestro país en el narcotráfico, en la represión, el acoso y la desaparición de hombres y mujeres que ejercen su oficio con una insobornable vocación de servicio a la libertad de expresión y una inquebrantable determinación de informar.
Convencidos de que la información es poder, muchos de ellos buscan la verdad y la información y en esta búsqueda invariablemente se construye la memoria de las sociedades, una memoria viva que visibiliza y preserva lo que el estatismo histórico o la verdad histórica que divulgan los gobiernos, se niega a aceptar como el caso de la masacre de 1968 en México o la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, por citar sólo algunos hechos terribles de nuestra verdad nacional. En este sentido uno de los grandes periodistas ha sido el connotado maestro de generaciones Humberto Musacchio, hombre vertical, intelectual de una sola pieza, comprometido con el periodismo crítico y de denuncia, pero quien además ha centrado su pasión en investigar como nadie lo ha hecho en nuestro país la Historia del periodismo cultural en México.
Humberto Musacchio es autor de los primeros diccionarios enciclopédicos de México, escritor de novelas como la Ciudad Quebrada, columnista, fundador de diarios de circulación nacional, maestro invitado, tallerista, conferencista, combatiente activo de la protesta legítima; peligrosamente pensante y voz autorizada en muchos temas, se dio a la tarea de recabar a su estilo altamente profesional y riguroso poco más de 200 años de historia del periodismo cultural mexicano en dos tomos que, vale la pena mencionar ahora porque las ramas del periodismo son amplias y tienen raíces profundas en hondos terrenos como lo es la fértil tierra del arte mexicano. Y en este rubro, aunque ahora se puede citar a diversos hombres y mujeres del periodismo cultural, promotores, críticos y creadores mismos, es digno evocar a quienes se han dado la tarea de darle seriedad y profesionalismo a estas áreas en tiempos en los cuales, ciertamente no se les abordaba con el rigor necesario.
Altán, competencia sucia en celulares
Los poco más de 200 años de periodismo cultural reúne desde crónicas hasta programas de carteleras culturales de antaño, reproduce las más significativas obras plásticas y evoca las primeras plumas de quienes narraban las manifestaciones culturales de nuestro México, así como las de aquellos que consolidaron la literatura nacional. Ambos tomos son obras de arte no sólo en su contenido sino en sus fotografías e imágenes, se pudiera decir que son libros arte-objeto en donde el valor del contenido gráfico es igual que al valor de la información y de la prosa.
El libro posee una objetividad única que permite valorar las visiones de quienes tenían coincidencias y divergencias. Gráficamente es un paseo por los anales del tiempo que dan cuenta de los hechos más importantes que marcaron el alma de nuestra nación.