México necesita un tranquilizante colectivo

GENTE COMO UNO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: Imagen: La Razón de México

No hemos llegado ni a la mitad de septiembre y el 2024 ya es, sin duda, uno de los años más intensos a nivel político y social en el México contemporáneo. Y la semana que termina representa un capítulo que merecerá mención aparte.

Manifestantes muestran su inconformidad en contra de la reforma judicial.
Manifestantes muestran su inconformidad en contra de la reforma judicial. ı Foto: Cuartoscuro

El sexenio que está finalizando, ciertamente se caracterizó por encontrar la forma de mantener a la sociedad polarizada en los distintos temas de la agenda política, pero quizá pocas veces —o como nunca antes— se había visto el fenómeno social que desató la discusión por la Reforma judicial.

México pareció quedar dividido en dos bandos, tan desequilibrados como radicalizados, en la manifestación de apoyos a un tema complejo, que seguramente el ciudadano de a pie no alcanza a entender con claridad, pero sí entendió que había que pertenecer a un bando y hacer sentir su rigor. Algo socialmente peligroso.

La discusión de la Reforma al Poder Judicial incendió los ánimos de quienes están en contra, tanto como los que apoyan a la mayoría legislativa que echó mano de todos sus recursos para sacar adelante —y a toda velocidad— dicha iniciativa.

La presencia en las calles de los trabajadores del Poder Judicial causó un importante desequilibrio en la capital del país, durante las jornadas legislativas decisivas, en las que los impulsores de la reforma ignoraron las peticiones de diálogo de los manifestantes.

Y terminaron en el antiguo Palacio de Xicoténcatl como sede alterna, casi como un símbolo de todo lo que desde ese día representa la vuelta atrás…

El mismo martes en que además, se consumaría el drama legislativo que pintó de los colores más brillantes, el barro del que hoy está hecha la política nacional: la “desaparición” del senador de Movimiento Ciudadano Daniel Barreda y la traición de los veracruzanos Yunes a su Partido Acción Nacional, todo para favorecer la matemática que, como cuchillo en mantequilla, dejara pasar el “regalo” de despedida prometido al Presidente López Obrador.

Y vaya ira la que desató ese sueño, en las calles, en el pleno, en la tribuna, en la opinión pública y sobre todo en las redes sociales, que ya de por sí viven enardecidas.

La cobarde agresión contra el senador de Movimiento Ciudadano, Luis Donaldo Colosio Riojas, a quien atacaron afuera de la Cámara alta rociándole gasolina en los ojos, no fue más que una señal de barbarie.

Políticos, analistas, periodistas y ciudadanos en general dejaron ver su profunda frustración ante la ruptura de los más elementales códigos de la clase política —en ambos bandos— que hoy ha quedado tan lastimada en su credibilidad y dignidad.

Y todo sucedería el mismo día en el que se realizó en el Colegio Militar de Ciudad de México, el primer encuentro de Claudia Sheinbaum con las Fuerzas Armadas, para dirigirse a ellos a menos de un mes de convertirse en la primera comandante suprema en México.

Dejando para la historia una primera imagen cuya crónica, comienza a escribirse en un camino accidentado y hacia adelante difícil de prever.

“De algo pueden estar seguros: Por nuestro origen humanista, nunca emitiré una orden que vulnere el orden constitucional o los derechos humanos de nuestro pueblo”, prometió esa mañana la Presidenta electa.

Sin embargo, en un país tan herido por el crimen organizado —y los crímenes de Estado— las expectativas sobre la firmeza de las decisiones de la próxima Presidenta en esa materia, no deberá ser la misma vara con la que se mide hoy al Presidente saliente.

Ahí estará uno de los mayores retos de Sheinbaum, frente al pueblo que la eligió, confiando en ella, quizá hasta más que en el “movimiento” que representa…

Hoy basta con ver Sinaloa, como la herida que más sangra. Varios muertos y más de 20 personas desaparecidas durante cinco días hábiles de violencia en Culiacán ,provocada presuntamente por la disputa entre dos facciones del Cártel de Sinaloa, la de Ismael Zambada Sicairos, alias de El Mayito Flaco, contra la de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, Los Chapitos.

Tener que suspender las actividades escolares en todos los niveles en 4 municipios afectados de aquella entidad, incluyendo Culiacán, es un tan mal síntoma, como ver minimizar la violencia en Palacio Nacional, donde no parecen entender que, negar la realidad no la cambia.

Este domingo es el aniversario 214 del inicio de la Independencia de México, un día festivo tradicional que llega en un clima de desorden y miedo. ¿De dónde vamos a sacar el tranquilizante colectivo que nos devuelva el ánimo de fiesta?…

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