La guerra entre Hezbolá e Israel, aunque aún no una guerra total, ha entrado en una nueva fase. Las tensiones han escalado a tal punto que el menú de cada uno de los actores, si deciden escalar el conflicto, ha quedado reducido a dos opciones.
Si Hezbolá ataca directamente a Tel Aviv o Israel decide incrementar los ataques directos a Beirut, o si alguno de los dos actores decide iniciar una invasión terrestre, el conflicto probablemente se tornará en una guerra total.
Tanto el norte de Israel como el sur de Líbano han sido devastados por los ya más de 11 meses de guerra; sin embargo, una guerra total implicaría la muerte de miles de civiles en ambos lados de la frontera y, posiblemente, el inicio de una guerra regional que podría durar meses e incluso años.
Por un lado, Israel está en una posición mucho más fuerte que hace sólo un par de semanas. El ataque a los bípers y walkie-talkies de Hezbolá la semana pasada no sólo infringió enormes daños a su sistema de comunicación y neutralizó a cientos de efectivos de la organización, sino que les infligió un duro golpe psicológico; a este ataque le siguieron una serie de operaciones en las que Israel eliminó a la gran mayoría de su liderazgo militar y dañó fuertemente su sistema de misiles. Israel tiene poco que ganar y mucho que perder en una invasión terrestre. Sin importar lo que Israel haga y el daño que inflija a su infraestructura, Hezbolá no desaparecerá siempre y cuando Irán los siga rearmando. En este momento de fortaleza, Israel podría lograr buenas concesiones en un tratado de cese al fuego que le permita garantizar la seguridad del norte del país para que cientos de miles de desplazados vuelvan a casa. El problema, como suele serlo, es que las facciones de ultraderecha del gobierno están ya ejerciendo presión sobre Netanyahu para continuar y profundizar la guerra.
Por el otro, Hezbolá está bajo las cuerdas. La organización sufrió un fuerte golpe y está en malas condiciones para enfrentarse a una guerra total; no obstante, será difícil para ellos aceptar un cese al fuego en estas condiciones, pues implicaría admitir una derrota táctica importante.
De todas maneras, aunque Hezbolá e Israel acepten un cese al fuego temporal en los próximos días, Hezbolá no podrá terminar esta guerra hasta que Israel llegue a un cese al fuego en Gaza. A pesar de que los intereses de Hezbolá y su enemistad con Israel poco tienen que ver con los de Hamas, la organización entró en esta guerra con el pretexto de solidarizarse con la lucha palestina; si la guerra en el sur no termina, ¿cómo podrá justificar Hezbolá un cese al fuego entre sus seguidores? Para pacificar la región hay sólo una llave: un acuerdo de liberación de los rehenes y el cese de la guerra en Gaza.