La llegada de la Presidenta Sheinbaum demanda varias lecturas.
Es el arribo de la primera mujer a la titularidad del Poder Ejecutivo; el poder de los poderes del Estado, le guste o no a la clase política hegemónica. Y es que no debemos engañarnos en el solitario, la equidad entre los tres pilares de la República es algo que el primer piso de la 4T jamás quiso modernizar o equilibrar.
Ese poder, ahora en manos de la Presidenta, es un hecho histórico que también podemos leer en clave romántica; algo así como la llegada de “todas” a la posibilidad de transformar para proyectar un país más igualitario, fraterno y justo. En esta nación patriarcal y machista, cuando miramos fuera de redes sociales y plataformas digitales, esa cultura es utopía, con o sin Presidenta.
Junto con su condición de género, Claudia Sheinbaum provoca otra expectativa. Constatar en los hechos que el segundo piso de la 4T gobernará.
La franqueza de AMLO, quien trabajó de tiempo completo en la instauración del “nuevo” régimen, por cierto, bastante similar al de hace 60 años, fue un ejercicio de honestidad. Gobernar, administrar y ejecutar las tareas del Gobierno fueron para él, asunto menor. Lo suyo fue la prédica, la propaganda.
Y desde ahí ganó política y electoralmente lo que antes nadie pudo; legitimidad y aprobación. Al margen de los resultados y las métricas.
A partir de hoy Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de demostrar que se puede militar ideológicamente donde más congruencia y propósito encuentre, sin necesidad de gobernar con resultados limitados.
En el día 1 de su mandato, la Presidenta Sheinbaum, con su gabinete, partido y demás extensiones de poder (Legislativo y Judicial), con los cuales el pasado 2 de junio las urnas la dotaron, tiene la oportunidad de reconstruir un sistema nacional de salud muy enfermo y un proyecto educativo mexicano integral muy disperso.
Hacer que la potestad de la Constitución sea realidad en todas las regiones y estados. Trabajar para que la violencia y la impunidad dejen de ser datos que ya no toleran más “otros datos”.
Por cierto. En los primeros minutos de este nuevo mes, también asumió el poder, la primera gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, quien ya con la investidura anunció que el futuro del estado está en la innovación y en el desarrollo sostenible, todo con respeto a las y los morelenses, empresarios, campesinos, jóvenes, migrantes, indígenas y afrodescendientes.
Margarita González Saravia se comprometió a transformar Morelos en un estado más justo, inclusivo y próspero, donde cada ciudadana y ciudadano sea parte de la transformación. Aunque entiende que el cambio no llega de un día para otro, su compromiso es trazar un camino claro hacia el progreso.
Anunció que, con su gestión ante la federación, logrará mejorar las condiciones para Morelos, por lo que se debe seguir creyendo en la política como una herramienta de transformación social.