La Presidenta ha reiterado que va a gobernar para todos y todas. Ésta va a ser sin duda su gran tarea y, sobre todo, su gran reto.
Es una de las áreas en donde se podrá conocer el talante y el interés de la Presidenta por cohesionar y sumar lo más posible a los ciudadanos en torno a su proyecto.
Lo que hemos visto y vivido en los últimos años es que no se gobernó para todos. Más bien en muchas ocasiones sectores importantes de la población fueron olvidados, aislados y en muchas ocasiones desacreditados.
Nunca hubo una relación con los colectivos feministas, la cual desde el inicio del sexenio empezó mal con aquella manifestación de marzo del 2019. No hubo manera de que hubiera algún acercamiento por más que muchas mujeres de la autollamada 4T se la pasaron todo el sexenio hablando de las bondades del Presidente en este tema y la importancia que le concedía.
López Obrador recibió en Palacio Nacional a las madres argentinas de la Plaza de Mayo, pero no recibió a ningún colectivo feminista o a las madres buscadoras, nunca quedó claro el porqué de ello. Tampoco recibió a las madres y padres con hijos con cáncer. En un despropósito grosero de quien todo indica será “premiado” en el extranjero, Hugo López-Gatell llegó a asegurar que a través de estas manifestaciones y causas se gestaban los golpes de Estado en entrevista a un medio público, o más bien de gobierno.
No hubo diálogo con la oposición. Como parte de la gobernabilidad es un elemento fundamental para la convivencia y el intercambio de información. Quienes parecían apestados antes de iniciar el sexenio, la llamada “mafia del poder”, de la noche a la mañana se convirtió en una especie de consejo asesor presidencial.
En un asunto que prometió que iba a resolver a lo largo de toda su campaña presidencial, la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, terminó realmente mal, dejando al Presidente en evidencia, porque además quedaron al descubierto las diferencias internas con Alejandro Encinas, quien se había convertido en una fuente confiable para los familiares. El colmo del asunto es que el ahora funcionario de la CDMX ha sido interrogado por el Ejército sin quedar claro con base en qué y por qué.
A esto sumemos la forma en que se fue descomponiendo nuestra relación con el mundo. López Obrador apelaba sistemáticamente a la autonomía y autodeterminación del país; sin embargo, fueron constantes sus roces con otros gobiernos de América Latina por sus declaraciones sobre la situación interna de algunas naciones.
Un elemento más es la ambigüedad con la que el expresidente se manejó con el siempre delicado y atendible asunto del Estado de derecho. Diversos asuntos relacionados con este tema fueron interpretados y sobreinterpretados con base en las leyes que tenemos.
En Morena hay una corriente de opinión que no considera importante el establecimiento del diálogo como forma de gobierno. Lo plantean con base en los resultados electorales. Le preguntamos a Rocío Nahle, gobernadora electa de Veracruz, la noche de las elecciones si iba a establecer diálogo con la oposición de manera directa, nos dijo que no tenía porque en sentido estricto, porque había ganado con el 80% de los votos.
Desde hoy Claudia Sheinbaum tiene el reto de cohesionar en lo fundamental a una sociedad diversa que a menudo está abiertamente polarizada. Por su formación académica e intelectual hay expectativas fundadas de que esto pueda pasar.
El país requiere de una mirada sosegada bajo la cual podamos superar las divisiones que sistemáticamente López Obrador refería como parte de su gobernabilidad y de su pensamiento.
La pelota ya está en la cancha de Claudia Sheinbaum.
RESQUICIOS.
La anunciada presencia de la ministra presidenta de la Corte, Norma Piña, junto con otras y otros ministros a la toma de posesión de la Presidenta puede abrir un espacio de diálogo necesario ante el caos que se nos viene con la instrumentación de la reforma al Poder Judicial.