La implosión iberoamericana

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Rafael Rojas*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

En noviembre de 2024 está prevista la celebración de la próxima Cumbre Iberoamericana en la ciudad de Cuenca, en Ecuador. Desde hace un par de años, el gobierno ecuatoriano asumió la presidencia del organismo que pronto deberá encabezar la reunión número diecinueve de jefes de Estado, desde la creación de ese foro en 1991.

Cuando la Secretaría General Iberoamericana comenzó a realizar aquellas cumbres, acababa de caer el muro de Berlín y se desintegraba la URSS. Las transiciones a la democracia se aceleraban en América Latina y Europa del Este. Dos países europeos, España y Portugal, habían dejado sus últimas dictaduras desde quince años atrás.

Portugal y España asumieron entonces el liderazgo de la conexión entre Europa y América Latina y el Caribe. Esas dos naciones pasaban por un proceso de integración continental, pero, a la vez, se afirmaban como la puerta de los países latinoamericanos al viejo continente.

Hoy se olvida con frecuencia, pero las cumbres iberoamericanas fueron fundamentales para impulsar la reincorporación de Cuba a los mercados y redes regionales, después de la fractura del bloque soviético de la Guerra Fría. Fidel Castro fue una presencia constante en aquellas reuniones desde la de Guadalajara en 1991. En 1999, ocho años después del nacimiento del sistema iberoamericano, La Habana fue sede de la novena cumbre.

Desde hace una década, coincidiendo con la intensificación de los conflictos regionales, tras la muerte de Hugo Chávez y la sucesión de poderes de Nicolás Maduro en Venezuela, así como del ascenso de izquierdas y derechas con vínculos cada vez más ríspidos, las cumbres iberoamericanas han comenzado a celebrarse cada dos años.

También ha sido notable una merma evidente de la capacidad de convocatoria del foro iberoamericano, que se ha verificado en la escasa participación de mandatarios en las reuniones de Cartagena, La Antigua, Andorra y República Dominicana. El expresidente Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, no ha asistido a ninguna de las tres últimas cumbres iberoamericanas.

La próxima reunión del sistema iberoamericano en Ecuador tendrá lugar en medio de varias fricciones diplomáticas paralelas, que auguran un bajo nivel de participación. La Presidenta Claudia Sheinbaum tendría que decidir pronto si asiste o no a la reunión de Cuenca, Ecuador, y se encuentra con cuatro mandatarios, por lo menos, con los que AMLO ha tenido diferendos en los últimos años.

En primer lugar, estaría Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, que decidió no asistir a la toma de posesión presidencial de Sheinbaum, en protesta por la no invitación del rey Felipe VI. Luego estaría la presidenta del Perú, Dina Boluarte, quien rompió relaciones con México en 2023, tras el respaldo mexicano a Pedro Castillo. Por último, estaría el anfitrión, Daniel Noboa, con quien se precipitó una nueva ruptura tras la intervención en la embajada mexicana en Quito, en abril de 2024.

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