Nueva y suave Patria

CIVITAS

Salvador Guerrero Chiprés<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Salvador Guerrero Chiprés*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Quien manda en la vida política y comanda en la seguridad del Estado tiene la banda presidencial.

Se confirma el mantenimiento de la línea sin virajes con las ofrecidas precisiones técnicas y el respaldo a una sostenibilidad energética antes resistida y como un mensaje a generaciones enteras.

Como nunca desde 1821 y después de los 503 años exactos estimados por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la voluntad popular y clasemediera acompañante del proceso político, encabezada por mujeres, es una novedad digna de todos los fastos.

La nación entera, incluidos los vestigios opositores, advierte el espectáculo ante sus ojos: el movimiento político-social habitante del obradorismo es un bastón de mando para dos o tres ciclos sexenales más, si sus protagonistas cuidan y acrecientan el legado del fundador.

La conexión racional y emotiva casi sobrecogedora entre Andrés Manuel López Obrador, la mandataria y una expectativa social mucho más potente de la exhibida por gritos y apoyos emitidos por los legisladores, con la encimosa pretensión de la selfie trasciende el mero reconocimiento del hecho.

México no solamente es ya gobernado por una mujer, sino por una persona en lo fundamental sencilla, disciplinada, firme y con el carácter apropiado para ser precisamente la primera Jefa de Estado de Norteamérica, algo de lo cual comenzaron a tomar nota los mercados y la comunidad internacional.

Pocos insisten en la retrospectiva descalificación de AMLO —un método que le criticaban al ahora ciudadano— y dicen felicitarse por el término de su mandato formal. Abiertamente o entre dientes se saben parte del fondo turbulento del mar sacudido por el oleaje simbólico del evento.

En 44 minutos, la Presidenta Claudia Sheinbaum delineó el México por venir: uno más próspero, libre, democrático, soberano y justo. Una nación a consolidar con la participación de todas y “donde nadie se puede quedar atrás”.

“Podemos realizar sueños y deseos sin que nuestro sexo determine nuestro destino”, indica Sheinbaum al subrayar la esperanzadora mediación de las mujeres del poder, tomado en nombre de las otras y los otros, incluidas las “heroínas anónimas”, las integrantes del pueblo, la antipática noción detestada por la derecha. Como lo hace Clara Brugada desde el Sistema Público de Cuidados incipientemente existente desde las Utopías, Sheinbaum es voz para todas ellas y ellos, los del margen. El espectáculo de la izquierda popularmente apoyada, calla a una oposición con muecas calladas como con audacia ausente.

Quien no construye comunidad con el corazón no ganará a las poblaciones, incluso aquellas lastimadas por la pobreza, la violencia o la corrupción. La nueva patria de Sheinbaum tiene una pasión cordial por su objeto. Sus mejores liderazgos, especialmente la Presidenta, y Brugada a partir del 5 de octubre, buscan una renovada patria de trato suave y de mano firme.

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