Una política pública precisa, enunciada ante el Congreso y un afán de representatividad popular, reflejado en el presídium del Teatro Metropólitan, marcaron la toma de posesión de Clara Brugada Molina como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
De la ciudad recuperada hace seis años por la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum, quien terminó con la frivolidad, corrupción y deterioro de la seguridad de la administración precedente de Miguel Ángel Mancera, a la ciudad de los derechos y libertades delineada por Brugada.
En la tribuna de Donceles, la Jefa de Gobierno recordó el momento cuando Andrés Manuel López Obrador, en el 2000, tomó protesta como mandatario de la capital nacional y dijo que el principal objetivo era encender la llama de la esperanza. “Y por supuesto, en esta Ciudad nació la esperanza que hoy recorre todo México”, señaló Brugada.
Su toma de protesta fue la reafirmación de una izquierda gobernante desde 1997, de un movimiento de preferencia mayoritaria con la firme convicción de gobernar sin distingos partidistas.
Las líneas son claras, un plan para la igualdad sustantiva, fundamentado en dos aspectos centrales: el sistema público de cuidados y la lucha contra la violencia de género. Es la revolución de las mujeres, mencionada por la ex alcaldesa de Iztapalapa y aplaudida por la artífice de la recuperación de la capital política y económica del país, Sheinbaum, y por quien dio continuidad y profundidad a las estrategias desplegadas, Martí Batres.
La seguridad es prioridad en el diseño de una estrategia contra el robo en el transporte, la extorsión. Una visión colocada en la tecnología para la prevención, la creación de las “ludicalles”, así como la protección del suelo de conservación y las áreas de reserva ecológica.
Hace 6 años, cuando Sheinbaum asumía el Gobierno de la Ciudad de México había un preocupante deterioro de la seguridad pública, con una creciente presencia de grupos de la delincuencia organizada ,revelado en el incremento en homicidios dolosos.
Un planteamiento innovador, con un enfoque integral, generó en 6 años una disminución superior al 50 por ciento en delitos de alto impacto, en particular, en los homicidios dolosos.
Cuando las máximas representantes del obradorismo a nivel nacional, Sheinbaum y Brugada, hacen referencia al tránsito hacia un segundo piso de la transformación, implican la necesidad de profundizar los resultados con políticas públicas progresistas
e innovadoras.
En seguridad, el aprovechamiento de la tecnología será fundamental para desarrollar modelos de patrullaje digital, frente a tendencias delictivas desplegadas en el espacio virtual. Impulsar la participación ciudadana es un punto clave para el reconocimiento de situaciones delictivas desarrolladas en un sitio el cual creemos personal, aunque puede significarse como un lugar enteramente público.
Ante la imposibilidad, probada estadísticamente, de contar con un policía en cada calle, el reporte ciudadano se convierte en una herramienta valiosa y poderosa para combatir la delincuencia de cualquier tipo. Fomentar la cultura de la denuncia a través de herramientas como los botones de pánico, el reporte al 911, al 089 o al *765 amplía la capacidad de visibilizar y enfrentar conductas delictivas.
Una ciudadanía, mayoritariamente identificada con las políticas de izquierda, es también más exigente en los resultados demandados. Hay claridad en cuanto a aspectos básicos para mejorar la calidad de vida de la población: facilitar la conexión entre el sitio de residencia y el punto laboral, disminuir tiempos de traslado, garantizar la seguridad o generar espacios para el cuidado de las personas, son temas presentes en la política pública por venir.
La ampliación de medios de transporte innovadores y reconocidos mundialmente por su eficacia, como el Cablebús, no es sólo una forma más rápida de traslado, su valor está en el impacto en la vida de las personas. La calidad de vida pensada para todas y todos.
Brugada ha exhibido una cordial eficacia, reconocida en Donceles, en el inédito presídium del Teatro Metropólitan con la representación de la mayoría de los oficios, y en el Zócalo. Un liderazgo de esperanza popular y creatividad política.